“Hola Kika! ¿Cómo pasaste el día? ¿Me extrañaste mucho?”. Esta podría ser una conversación entre una madre que vuelve del trabajo y su hija que está jugando en casa, pero en realidad, es entre una dueña y su perra. Según un equipo de psicólogos especializados en comportamiento de la Universidad de Chicago, en los Estados Unidos, hablarle a una mascota es lo más normal del mundo, e incluso es señal de una profunda inteligencia. De hecho, es algo que hacen los niños desde su primera infancia: hablarle a los juguetes, animales, o a un amigo imaginario. Y todo esto contribuye enormemente en su desarrollo intelectual. Así que las personas que en la edad adulta le siguen hablando a sus perros, gatos, pájaros, peces y lagartos, sólo están confirmando ser superiores intelectualmente al resto de los mortales. Porque si le hablás a tu mascota, le estás atribuyendo cualidades y defectos propios de los seres humanos, algo que se llama “antropomorfismo”. Esto corresponde al hecho de hablarle a animales y plantas, darle a las cosas nombres humanos, o incluso a ver en un objeto una cara humana. Y todo esto es señal de que se posee una gran apertura mental y de espíritu, humanidad y sociabilidad elevada. Además, son la voz humana y el olor las principales características que le permiten a una mascota reconocer quién es su dueña. Así que si a veces te sentís ridícula en la plaza preguntándole a tu perra si tiene sed, en realidad es una muestra de tu elevada inteligencia.