A los turistas, que habían pagado más de 50.000 euros por un viaje de 104 días en alta mar entre Sydney y Dubai, se les ordenó apagar todas las luces y la música mientras navegaron por estas aguas. Cuando comenzó a atravesar el océano Indico, el Mar Arábigo, el Golfo de Adén y el Canal de Suez, empezaron las normas extrañas para los pasajeros que no entendían que estaba ocurriendo. En las televisiones de las habitaciones se emitían documentales sobre la piratería en alta mar. No funcionaron los clubes ni bares nocturnos, se eliminaron por completo las actividades en cubierta y se bajaron las persianas de todo el barco. Las luces brillantes, que normalmente señalan la presencia del barco en el océano, se atenuaron o apagaron por completo convirtiéndolo en una especie de "nave fantasma".