Cientos de neonazis marcharon este sábado 19 de agosto por las calles de Spandau, al oeste de Berlín, para conmemorar al nazi Rudolf Hess a 30 años de su misteriosa muerte y quien fuera, en los años gloriosos de la Alemania nazi, uno de los colaboradores más cercanos de Hittler. La marcha se dio con la autorización de las autoridades alemanas poniendo una serie de prohibiciones como el no portar las insignias nazis, la esvástica, no portar imágenes y palabras que glorifiquen a Rudolf Hess, y mucho menos, al Partido Nacionalista Obrero Alemán (liderado por Adolfo Hittler), ya que el código penal alemán lo prohíbe. Los elementos que llevaban los asistentes fueron controlados por la fuerzas de seguridad alemanas para que se llevará la manifestación sin alterar el orden público y respetando el código penal alemán. La mayoría de los asistentes eran hombres que iban vestidos de blanco y negro, y muchos de ellos, tenían tatuajes y perforaciones en casi todo el cuerpo y aseguraron que la muerte de Hess no se trató de un suicidio, sino de un asesinato planeado y perpetuado por los ingleses. Además iniciaron la marcha con una pancarta que decía “No nos arrepentimos de nada”. Por su parte, los militantes antifascistas también convocaron una contra marcha en el mismo lugar y la misma hora al grito de “fuera nazis”. Para controlar las dos marchas rivales las autoridades utilizaron parapetos para que no llegarán a causar una pelea estas dos manifestaciones. Rudolf Walter Richard Heß fue un militar y político alemán que llevó una estrecha relación y colaboración política con Hittler. Tras el derrocamiento del Tercer Reich al finalizar la Segunda Guerra Mundial, muchos de los militantes nazis fueron ejecutados, encarcelados y otros lograron escapar de los juicios de los países aliados (la antigua URSS, Gran Bretaña, Estados Unidos y Francia). La suerte de Hess no fue tan buena como la de sus compañeros, ya que el 1 de octubre de 1946 fue condenado a cadena perpetua en la cárcel de Spandau. Durante 20 años compartió en prisión el patio de recreo con otros seis dirigentes nazis que lograron salir de la prisión. En 1966 abandonó Spandau el penúltimo de sus prisioneros, Albert Speer, que había sido Ministro de Armamento y Guerra de Alemania durante la Segunda Guerra Mundial, quedándose Hess como el único dirigente nazi en dicha presión hasta el último día de vida. El 17 de agosto de 1987 se dio a conocer que el último prisionero nazi se había suicidado a sus 93 años de edad. Hesser había decidido quitarse la vida ahorcándose con un cable dentro de una cabaña del jardín logrando burlar la vigilancia de la prisión de máxima seguridad. Para muchos de ellos, la muerte de Hesse se debe a un asesinato y no a un suicidio por parte de los ingleses. Tras una autopsia y una investigación no se pudo demostrar que Rudolf Hess hubiera sido asesinado. Fuente: telefe