En general, las preocupaciones de la NASA pasan por los peligros que pueden provenir del espacio: potenciales caídas de asteroides, por caso. Sin embargo, al notar el potencial destructivo de los supervolcanes, la agencia espacial anunció un plan para paliar los efectos negativos de su erupción. Los científicos saben que, más allá de los programas de evacuación necesarios, la erupción de un supervolcán representa una amenaza "sustancialmente superior" que la posibilidad de un meteorito. Por eso, delinearon un plan para hacer frente al que se esconde en el Parque Nacional Yellowstone, uno de los más peligrosos. Es que debajo de los famosos géiseres que convirtieron al Parque en una atracción sin igual, hay un volcán gigantesco que, de acuerdo con las previsiones, entra en erupción cada 600 mil años; casi el mismo tiempo de su última aparición. Una erupción tan colosal no solo generaría la destrucción de Yellowstone, sino que sus efectos negativos se multiplicarían más allá de los límites del parque e incluso llegarían al clima mundial, provocando un posible invierno prolongado. De allí el programa de la NASA que, por más descabellado que suene, consiste en quitar el calor del volcán. ¿Cómo lo harán? En primer lugar, perforarán hasta 10 kilómetros por debajo del supervolcán para generar un agujero gigantesco que permita bombear agua en su interior y, de ese modo, funcionar como un sistema de refrigeración. Sucede que el proyecto tendría un costo aproximado de 3.460 millones de dólares; un presupuesto imposible, por lo que la NASA intenta incentivar al mundo empresario para que participe. El agua, además de contribuir a enfriar el volcán, serviría para generar energía geotérmica. De acuerdo con los cálculos, bajar un 35% el calor del supervolcán lo mantendría bajo control. El plan, una suerte de géiser artificial liberador de energía y calor, se podría aplicar a cualquier otro supervolcán además del de Yellowstone.