Sabado 23.11.2024
Actualizado hace 10min.

Cinco jóvenes argentinos cambian el mundo con tecnología

Tienen entre 22 y 36 años y lideran proyectos que impactan en la salud de millones de personas. Con drones, impresión 3D, órganos de laboratorio, smartphones y realidad virtual crean soluciones de alto impacto para quienes más lo necesitan.  

COMPARTÍ ESTA NOTA

Gino pensó en las personas amputadas y en las cosas que no podían hacer sin un brazo o una mano. Solange, en el cuidado de los órganos vitales de los pacientes y en las consecuencias de tratarlos con medicamentos que puedan resultar en un deterioro de su funcionamiento. Emilio pensó en los millones que sucumben ante la adicción a la nicotina; Agustina, en quienes no pueden acceder a un diagnóstico temprano de una enfermedad que puede terminar con su vida, y Diego, en quienes necesitan ayuda urgente, estén donde estén.

Antes de buscar una respuesta tecnológica a estas problemáticas globales ellos entendieron en profundidad una necesidad concreta para luego buscarle una respuesta anclada en las principales innovaciones en cada una de las disciplinas en las que se especializan.

Con perfiles y búsquedas muy distintas, comparten un propósito y una vocación que tiene a la salud y a la mejora de la vida de las personas en el centro. En este especial de tecnología, La Nación revista reunió a cinco jóvenes argentinos que trabajan en la Argentina y en EE.UU. en problemáticas de salud para las que desarrollaron proyectos a través de las tecnologías que son tendencia en todo el mundo. Desde distintas disciplinas y abordajes, todos dedican sus esfuerzos a desarrollar algo que impacte de manera positiva en la vida de los que más lo necesitan. Sus propuestas, además, son de alto impacto, ya que tienen la potencialidad de modificar la vida de millones. Creen en la ciencia pero también en la empatía; se basan en sus conocimientos y también en las relaciones que construyeron en el camino. Estas son sus historias.

Las manos que inventan

Gino Tubaro (22), Creador de Atomic Lab

Cuando Gino destruyó la plancha de su mamá para construir con sus partes un robot, ella no se enojó. De hecho, lo acompañó todos los sábados durante años en el colectivo 42 desde Pompeya hasta Colegiales al taller de inventiva al que Gino asistía en la niñez. A los 13 años, inventó un dispositivo de seguridad para los enchufes que le valió premios internacionales. El artefacto detectaba si lo que se está intentando conectar es el dedo de una persona o un artefacto eléctrico, en función de la conductividad del objeto introducido. Si es una mano, el dispositivo corta la corriente para evitar una descarga.

Hoy, con sólo 22 años Gino Tubaro es el creador de Atomic Lab, una laboratorio sin fines de lucro desde donde ya diseñó e imprimió cientos de prótesis de brazos y manos para personas amputadas, las que entrega de manera gratuita. En 2016, el entonces presidente de los Estados Unidos Barack Obama lo señaló como ejemplo de aporte a la comunidad. Hoy cuenta con más de 700 voluntarios que imprimen sus prototipos para ayudar a todos los que necesitan de estas prótesis para mejorar su calidad de vida.

¿Cuál fue la máxima satisfacción que te dio Atomic Lab?

Lo más lindo pasa en los Manotones (eventos donde todos, familias y emprendedores, trabajan en la impresión y ensamblado de las prótesis). En el primero que hicimos uno de los padres de una chica que recibió su mano me dijo llorando que lo que habíamos hecho por su hija no tenía igual. Cada uno nos hace valorar el trabajo que hacemos y eso es lo mejor.

Entre los personajes que lo inspiran señala a Elon Musk, de Tesla y SpaceX, por todo lo que hizo y hace. "Muchos de sus proyectos lo dejaron sin plata, pero terminaron siendo algo que sirve para la gente, hubo hasta momentos que tuvo que pedir mucha ayuda y mientras tanto lanza cohetes que regresan a la Tierra", cuenta. Gino hizo varios años deporte (basquet y natación como favoritos), pero tuvo que dejar por el tiempo que le dedica al estudio y al trabajo. Dice que tiene bastante paciencia pero hay algo que lo saca: cuando una máquina no imprime su diseño como debe.

Su trabajo comenzó a hacerse conocido en 2014, cuando desde su plataforma trabajaron en la mano impresa para Felipe, un chico de Tres Algarrobos. Desde ese día lleva entregadas cerca de 600 prótesis. Una de las claves más innovadoras de su plataforma es la facilidad que les da a las personas para requerir una prótesis totalmente gratuita. A través de su web los interesados deben llenar un formulario, sacarse unas fotos sobre una hoja cuadriculada para que ellos puedan sacar las medidas exactas e imprimir la mano que encaje perfectamente. "Creo que eso es lo mejor, porque es para todos y evita los costos para las personas que tienen que viajar de un pueblo a un centro de atención para pedir una cita con un ortopedista y eso lleva un montón de plata y tiempo."

Actualmente se sustenta por donaciones privadas, premios que gana y una alianza con una cadena de comidas rápidas que le permitió escalar considerablemente la posibilidad de impresión y entrega. Por ahora Gino y su equipo de Atomic Lab trabajan con dos prótesis que son una mano y un brazo y están desarrollando un dispositivo adaptable para quienes fueron amputados detrás del codo. Están probando prótesis con sensores de sonido para ocasionar los movimientos y en junio publicó su primer libro, Las manos que inventan, por editorial Paidós, donde cuenta su historia, su firmeza en su vocación y el deseo de que sus creaciones lleguen de manera gratuita a todos. Actualmente trabaja en el desarrollo de un dedal de escritura braille (para traducir en tiempo real al sistema de notación para ciegos), y de una remera antiinfartos.

Democratizar los diagnósticos médicos

Agustina Fainguersch (26), Cofundadora de MUZI

Sudáfrica es el país donde se presentan los índices más altos de enfermos con VIH del continente africano, y el diagnóstico temprano de esta enfermedad permite realizar tratamientos más efectivos. Sin embargo, los pacientes llegan a los hospitales cuando ya tienen síntomas avanzados y hacen hasta seis horas de cola para ser atendidos.

Todo esto y mucho más aprendió sobre el sida en esa región Agustina Fainguersch, una ingeniera en informática argentina que llegó a estudiar hace un par de años a Singularity University, en Silicon Valley. Allí, encontró entre sus compañeros al biólogo molecular sudafricano Nicholas Walker, y juntos se unieron para crear MUZI, la plataforma con la que buscan acercar los diagnósticos de enfermedades puerta a puerta para generar tratamiento temprano.

MUZI presenta una aplicación que saca provecho de las capacidades que tienen los teléfonos y permite que los tests de detección de VIH, que ya existen en el mercado y cuesta 0,20 dólares, puedan procesarse en ese mismo momento. Se utiliza la app para detectar la huella dactilar de la persona, se escanea el resultado del test y se lo analiza y procesa. Además, se crean puestos de trabajo para aquellos que lo ofrecen en las casas y se les brinda un incentivo en crédito de celular a las personas que acceden a hacerse el test. Luego de un pequeño pinchazo se toma una foto del test. Se puede recibir el diagnóstico en 15 minutos o por mensaje de manera anónima.

Agustina, fanática de los audio libros y de la música, es egresada del Instituto Tecnológico de Buenos Aires (ITBA) y estudia en Stanford University. Cree mucho en el aprendizaje continuo y admira a Sheryl Sandberg, mano derecha de Mark Zuckerberg en Facebook. "Sheryl es el ejemplo que tenemos hoy las mujeres en tecnología. Su carrera, los objetivos que logró, los obstáculos que superó, sus intenciones siempre me parecieron admirables", dice desde Londres, donde está terminando una etapa de aceleración de su proyecto.

Desde niña, los viajes con su familia a lugares remotos plantaron en Agustina la semilla de la curiosidad. El que la conoce sabe que siempre está disponible para embarcarse en una iniciativa que la motive por más alocada que suene. Actualmente están trabajando en propuestas para hacer Muzi para dos clientes grandes que le darían una gran oportunidad de hacer una campaña fuerte que aún no han logrado por falta de fondos. "La idea es tener todo listo para salir a buscar una ronda de 350 mil dólares pronto para implementar Muzi en 2 ciudades por un período de 3 a 6 meses y mientras tanto trabajar en el desarrollo de la tecnología para los otros tipos de diagnósticos", explica.

¿Cómo querés que siga tu historia con el desarrollo de tecnología?

Para mí la tecnología no tiene razón de ser si no va a ser utilizada con algún fin relevante y crear un impacto positivo. Me propuse para el año que viene empezar a medir más activamente el impacto que generan las distintas iniciativas en las que participo.

La Organización de las Naciones Unidas tiene como meta que en 2020 el 90% de las personas que vive con VIH lo sepa y que 9 de cada 10 de ellas esté bajo tratamiento. "Hoy lo tenemos desarrollado y listo para usar con VIH, pero ya hicimos gran parte de la investigación y creación de producto para malaria, tuberculosis, diabetes y hepatitis C, por lo que el modelo se va a basar en fomentar el diagnóstico temprano de VIH de forma gratuita (o paga por gobiernos), mientras que el resto de los diagnósticos serán adquiridos bajo demanda. Esto hace al modelo sumamente rentable y fácilmente escalable a distintas culturas y necesidades", cierra.

Una experiencia inmersiva contra el cigarrillo

Emilio Goldenhersch (31), Cofundador de MindCotine


El año pasado Emilio asistió junto con dos socios y amigos al evento de innovación SXSW en Austin, Texas, con un proyecto incipiente que apenas cumplía tres meses de vida. Su idea, usar realidad virtual, técnicas de mindfulness y terapias con sensores de biofeedback (información sobre la respuesta biológica) para ayudar a las personas a dejar de fumar, enamoró a un inversor que sin vacilar les sacó pasajes directos a Silicon Valley a estos tres cordobeses para acelerar el crecimiento de su startup.

MindCotine es el nombre de la plataforma y propone una terapia de exposición. Su fin es generar conciencia al fumador y nuevas posibilidades para romper con el hábito del cigarrillo de una manera efectiva, empujado por tecnologías emergentes. A través de los escenarios en realidad virtual que propone la plataforma se puede ver cómo un fumador reacciona ante situaciones sociales con diferentes historias creadas para que hombres y mujeres se sientan representados, y se acompaña al usuario en todo el proceso hacia una vida sin tabaco.

Emilio se enorgullece de poder tocar la puerta a cualquier persona sabiendo que es la bandera de la salud la que lo representa. Luego de tres meses en Silicon Valley se mudó a Buenos Aires para seguir trabajando en las comprobaciones científicas de su método junto a expertos del Conicet y de universidades privadas. "Creo que la tecnología no es la que hace a la salud, sino la comunidad. Quiero decir que a través del cuidado de nuestras comunidades, de personas, de animales y de la misma naturaleza es que podemos dejar de pensar en vivir mejor y aprender a pensar a vivir bien", dice. Por eso su relación personal con la tecnología se da en cómo puede servir para ampliar e influenciar sobre las relaciones humanas.

En los últimos 15 años, Emilio vivió todo tipo de experiencias y viajó por decenas de países. Estudió un año de Computación en Córdoba, luego Cine en Israel y finalmente se inclinó por Psicología, carrera que acaba de concluir. En el medio de ese tiempo vivió dos años en Traslasierra, Córdoba, y viajó a India, donde conoció la meditación, que considera una fuente de energía vital para él y de gran inspiración para su trabajo en MindCotine. "La psicología me da un marco teórico para entender y comprender cómo funciona el sistema humano y abre puertas con cada aprendizaje en vez de dar respuestas cerradas. Me gusta cuando la intención se junta con un propósito, porque nos da una linda fórmula para crear significado e impacto", se emociona.

¿Podés identificar algo de tu niñez que sientas que impacta mucho en tu presente?

Cuando era chico y adolescente leía los libros de Elige tu propia aventura, y es algo que me identifica mucho con lo que estoy haciendo, tanto en el startup como para los usuarios. El pensar en medicina personalizada me lleva a la idea de que cada usuario puede ser creador de su propia historia dentro de la realidad virtual. Es un paralelo muy fuerte y real.

Emilio ama escribir y tener conversaciones con significado. Le gusta mucho nadar, caminar y pasar tiempo con su amigos. Desarrolló su proyecto con sus socios y amigos de toda la vida, Cristian Waitman y Nicolás Rosencovich, y durante estos meses realizarán pruebas y validaciones en Buenos Aires, por lo que todos los interesados pueden sumarse a través de las redes sociales de MindCotine.

"En todo ese camino, tuve la fortuna de convivir y hacer experiencia con diferentes culturas, y entender desde el interior de mi cuerpo cómo el cambio ocurre de forma permanente", concluye. La curiosidad es el motor que lo lleva a lugares que antes no hubiera imaginado.

Una ambulancia con hélices

Diego Pereyra (36), Especialista en medicina crítica, fundador de Proyecto Drone

En 2007, Diego Pereyra caminaba por la calle cuando se topó con un incendio. Desde lo alto de un edificio una mujer gritaba porque se estaba quemando. Él, médico especialista en medicina crítica, sintió la necesidad de hacer algo, pero al no poder subir hasta allí se fue frustrado del lugar. Esa historia le quedó grabada hasta hace dos años, cuando en un bar leyó un e-mail que le proponía comprar un dron. Pensó que con ese dispositivo volador podría haber alcanzado una manta ignífuga o un tubo de oxígeno para ayudar a esa mujer. Entonces miró a sus amigos y casi sin darse cuenta lo dijo: "Vamos a armar un dron ambulancia".

Su vocación por la medicina nació muy temprano, en su niñez. Cuando tenía 10 años a Diego le sangraba mucho la nariz. Esa hemorragia nasal, llamada epistaxis, lo dejó en el hospital en más de una ocasión, y la solidaridad con la que lo atendían, el trabajo del cirujano y de todo ese equipo de profesionales le hizo saber desde muy pequeño que quería dedicarse a la medicina, en especial a la terapia intensiva.

Además de médico admirador de la medicina preventiva, Diego es fanático de la tecnología y dice que su gran rasgo es la ansiedad. No compró el drone, pero armó uno en dos semanas junto con los médicos Mauro García Aurelio y Fernando Lipovetsky, y con Martín Tenorio y Florencia Pereira en la parte técnica. Empezaron a probar cargarlo con mantas y desfibriladores hasta que un día llegó el bautismo de fuego. Al ver en el noticiero una gran inundación en La Plata, los cinco integrantes del grupo de WhatsApp Equipo Drone no lo dudaron: vamos ya para allá.

"Cuando llegamos y levantamos el drone, el panorama era desolador, sólo se veían los techos de las casas, el resto era agua. Bajamos un poco en el vuelo y pudimos captar a una mujer que pedía ayuda desde su terraza", cuenta Diego. Bajaron a la ambulancia voladora y activaron las cámaras y micrófonos bidireccionales para comunicarse con ella.

Luego del susto de estar hablando con un robot con alas que decía traerle la voz de médicos de carne y hueso, les contó que era insulinodependiente y que no tenía su medicación. Del otro lado escuchaba Diego, que antes de que la señora terminara de hablar ya había firmado la receta para correr a la farmacia a buscar los insumos. Los colocaron en un caja de plástico y le entregaron sus dosis junto con un glucómetro. Le dieron consejos sobre cómo inyectarse y ella pudo aguantar las ocho horas que demoró el rescate.

Luego de esta experiencia fueron contactados por una compañía de emergencias médicas, que ya tiene entre sus servicios al drone ambulancia, y por estos días negocian nuevos contratos con empresas de peajes y otros servicios de emergencia de la Argentina y países limítrofes. Los drones son de distintos tamaños y pueden cargar hasta equipos de resucitación.

¿Cómo imaginás la medicina del futuro?

Creo que ya está estudiando Medicina el futuro médico que jamás va a escribir una receta en forma manuscrita. La medicina argentina hoy está muy atrás, creo que existe un potencial y muchas ideas para solucionar problemas de los pacientes a través de la tecnología, lo que no significa disminuir tiempos de la relación médico-paciente, sino automatizar muchas otras cosas para ganar más tiempo en la relación con nuestros pacientes.

Diego se ve en 15 años dirigiendo varios proyectos tecnológicos de impacto social que solucionen problemas básicos de la salud. "Necesitamos a la tecnología para disminuir la desnutrición, la mortalidad infantil y la mortalidad por incidentes de tránsito y por muerte súbita, entre otras prioridades."

Tejidos en 3D para entender el funcionamiento de órganos humanos

Solange Massa (33), Especialista en biomedicina, creadora de hígado en un chip

No fue fácil para Solange decidir entre sus dos pasiones. Y si bien prevaleció el trabajo científico, aún hoy extraña cantar. Como soprano y cantante de ópera, sabía que para dedicarse a eso tendría que abandonar todo lo demás, pero su interés desde pequeña por la biología prevaleció en su decisión.

"Si quiero hacerlo bien, tengo que hacer una de las dos", se dijo. Entonces ingresó en la Facultad de Medicina de la Universidad Austral y más tarde se especializó en biomedicina en Chile y en EE. UU., donde gestó un proyecto alternativo a los existentes para probar la toxicidad de nuevos medicamentos. Para que un nuevo medicamento sea aprobado, no sólo tiene que demostrar su eficacia, sino también asegurar que no provoca efectos secundarios graves.

Estas comprobaciones suelen hacerse primero en experimentos con animales y en cultivos celulares in vitro, dos técnicas que tienen sus falencias. Utilizar órganos de animales como sustitutos de órganos humanos no sirve para predecir al 100% la reacción que una sustancia tendrá en estos últimos y los cultivos celulares son bidimensionales, mientras que los órganos son complejas estructuras tridimensionales y se ha demostrado que las células se comportan de un modo distinto en ambas situaciones.

Gracias a la impresión en 3D de materiales biocompatibles, esta porteña de 33 años ha desarrollado una estructura para cultivar células hepáticas humanas que reaccionan de un modo similar a como lo harían dentro de un hígado humano real. Este hígado en un chip se completa con el uso de biosensores que tienen la capacidad de medir en tiempo real diversos parámetros vitales de las células.

Cuando era chica miraba documentales de biología junto a su mamá y hacía experimentos con plantas en el lavadero de su casa. Hoy, el concepto de su idea le valió el reconocimiento del MIT Technology Review como una de las emprendedoras más prometedoras sub 35. "La estructura de tres dimensiones que se bioimprime intenta imitar la complejidad de un órgano, pero en una microescala. Esa capacidad de simular las condiciones del órgano fuera del cuerpo y la consecuente posibilidad de desarrollar más rápidamente potenciales medicamentos y recibir un feedback mucho más realista", describe su trabajo.

Alguien que te conoce mucho sabe que.

Me fascina mi trabajo y en el plano personal me gusta mucho comer helado mochi de preparación japonesa, bucear y estar con mi familia. No me gusta hablar a la mañana ni la gente superficial.

El hígado en un chip forma parte del trabajo realizado por Solange durante su estancia en la División de Ciencia y Tecnología de la Salud de la Universidad de Harvard y el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) y también pasó por Singularity University, de donde destaca la calidad humana de las personas que conoció.

Solange ama trabajar en equipo y dice que busca siempre gente más inteligente que ella, algo que en la cuna de la innovación en Silicon Valley le resulta apasionante. Habla con mucha entusiasmo de sus proyectos actuales en los que se trabajo es "resolver necesidades hospitalarias desde la ingeniería". Por ejemplo, trabaja en un centro de innovación de otorrinolaringología en el diseño de biomateriales y acaba de recibir una propuesta para trabajar en la Universidad de Stanford. Solange vendrá a la Argentina este mes, ya que será una de las oradoras en TEDxRiodelaPlata el próximo 20 de octubre. "No veo mis aportes como que están al servicio de lo social, sino como un grano de arena que va sumando a aportes previos al mío. Ojalá la gente pueda ver mi trabajo y construir sobre eso", cierra.


Fuente: La Nación