Una cerveza luego de un largo día de trabajo y entrenamiento puede ser para algunos una opción tentadora, pero el problema es que, de acceder a ella, podemos tirar por la borda todo el esfuerzo realizado en horas anteriores. Beber alcohol tras hacer ejercicio, puede neutralizar lo que ganamos tras trotar por un largo rato, andar en bicicleta, levantar pesas o el entrenamiento que prefiramos. Te explicamos por qué. Las razones El hígado trabaja más: este órgano es el responsable de limpiar muchas de las toxinas que se metabolizan tras una gran sesión de sudor, y ya sabes que el alcohol va directo hacia allí, por lo que no es muy buena idea añadirle más trabajo. Los músculos no se recuperan igual: algunos entrenamientos muy pesados, crean daños musculares que hay que reponer. La hidratación y la alimentación juegan un papel fundamental en este caso, y el alcohol puede interferir gravemente en este proceso. El beber, va en contra de este proceso. Deshidratación: el alcohol no te va a ayudar en este proceso. Esto se debe a su efecto diurético, que entorpece la rehidratación después de haber sudado. Al estar hidratados, ayudamos al sistema circulatorio a hacer su trabajo, lo que a su vez mantiene en correcto funcionamiento al resto de órganos.