La primera vez que estuvo cara a cara con el hombre que atropelló y mató a su hijo fue en abril, durante el juicio en el que Juan Carlos Ibáñez fue condenado a dos años y ocho meses de prisión y ocho años de inhabilitación para manejar. La segunda fue ayer, cuando se subió al interno 747 de la empresa Plaza para viajar a Capital (Buenos Aires) y volvió a encontrarlo detrás del volante. Ni entonces ni ahora mostró algún tipo de arrepentimiento. "Estaba totalmente fastidiado por mi presencia", afirmó Carmen Lusardi. "Esperamos 4 años y 8 meses para poder llevarlo a juicio", sostuvo la mamá de Ayrton. "No me quiso cobrar el boleto", señaló la mujer esta mañana y agregó: "Quería que me bajara". Pero no solo no lo hizo, sino que además, cegada por la bronca y el dolor, lo grabó con su teléfono celular y esperó arriba del colectivo hasta que llegó la policía. Algunos pasajeros comprendieron la situación y se solidarizaron con ella. "Otros se enojaron porque los hice perder tiempo", contó. El episodio terminó con la gente abordando otro micro, mientras que al chofer condenado se le hizo un acta en el lugar y se fue después en un auto particular conducido por un compañero. La pregunta que entonces se seguía haciendo Carmen todavía no tuvo explicación. Por qué estaba manejando. El 30 de julio de 2012, el día que lo asesinaron, su hijo, Ayrton Sires, volvía a la escuela después del receso de invierno. El chico, que tenía en ese momento 14 años, cruzaba por la senda peatonal por diagonal 80 y 40, en la ciudad de La Plata. Una zona donde hay cuatro escuelas y pasan más de mil alumnos por día. Los peritos demostraron durante el juicio que Ibáñez manejaba a más de 80 kilómetros por hora cuando la velocidad máxima permitida era de 60 kilómetros por hora. Atropelló a Ayrton, lo arrastró varios metros y le causó la muerte. "Tal vez tenía que revivir todo esto para que se sepa que este hombre seguía manejando", manifestó Carmen y sentenció: "Mi hijo no está y él sigue sigue su vida como si nada".