El presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, cuestionó a la Organización Mundial de Comercio, a pesar de las políticas contrarias de sus antecesores al respecto. El poco interés por el caso aluminio, emprendido por Barack Obama, impacta de lleno en la agenda comercial del gobierno: más que intentar utilizar a la OMC y sus procesos para lograr objetivos nacionales, Trump expresó una clara preferencia por la acción unilateral y evitar las instituciones internacionales. "En términos simples, no recibimos un trato justo de la Organización Mundial del Comercio", Trump dijo a sus pares de países del Pacífico en la cumbre del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC) celebrada en Vietnam el mes pasado, en referencia a países como China que desde hace mucho tiempo juegan con el sistema de la OMC. "No podemos tolerar más estos abusos comerciales crónicos, y no lo vamos a hacer". Como consecuencia, mientras los ministros de economía de los 164 miembros de la OMC asisten a su cónclave bienal en Buenos Aires, se enfrentan a lo que muchos ven como una creciente crisis existencial tanto para el organismo de dos décadas como para el sistema comercial de posguerra. Y Estados Unidos, que alguna vez fue el garante de esa arquitectura, ahora lidera el ataque. Las acusaciones de Trump a la OMC se basan en su opinión de que la creación de la OMC en la década del noventa contribuyó a la crisis económica que afectó a muchas comunidades estadounidenses donde se perdieron puestos de trabajo a manos de nuevos competidores de China y otros países. Funcionarios del gobierno sostienen que la OMC no cumplió su mandato de negociar nuevas normas para la economía mundial e impuso aranceles desiguales a Estados Unidos. Sus procedimientos actuales nunca se diseñaron para lidiar con el tipo de capitalismo de estado que China llevó al éxito durante tres décadas, sostienen. Defensores de la OMC podrán proclamar que su proceso de solución de diferencias es una barrera para impedir conflictos comerciales, pero los funcionarios de Estados Unidos afirman que las diferencias llevan mucho tiempo y terminan en manos de un órgano de apelación al que acusan de interferir en la soberanía de los miembros de la OMC. En un paper de 2010, que escribió cuando ejercía como un exitoso abogado comercial en Washington, Robert Lighthizer, el zar del comercio de Trump, afirma que Estados Unidos debería burlarse de la OMC más seguido. Y a todos efectos, esto es lo que el gobierno de Trump parece disponerse a hacer. "Creo que hay un desafío en el escenario actual que es mucho más difícil que los que enfrentamos en el pasado: hablo de China", Lighthizer dijo; y se refirió a los esfuerzos de China por imponer la transferencia tecnológica y "distorsionar" los mercados como "una amenaza sin precedentes al sistema comercial mundial". "Desafortunadamente, la OMC no está preparada para abordar este problema", agregó. "Debemos hallar nuevas formar de garantizar que prevalezca una economía de mercado". El ataque del gobierno de Trump a la OMC hasta ahora ha tenido un rasgo pasivo-agresivo. Diplomáticos de Ginebra afirman que, desde la elección de Trump, Estados Unidos jugó un rol secundario en la mayoría de las negociaciones ante la OMC. "Estados Unidos estuvo ausente durante 12 meses", sostiene un diplomático comercial senior. "No está para nada presente en el juego". Previo a reuniones anteriores de la OMC, Estados Unidos supo tener un papel central para avanzar en la agenda de negociación. Esta vez, funcionarios de otros países que trabajan en posibles acuerdos sobre temas como la eliminación de subvenciones ilegales a la pesca en el mundo, afirman que solo esperan que Estados Unidos no bloquee ninguna acción. Sin embargo, Estados Unidos apuntó más directamente a la función de solución de diferencias de la OMC y comenzó a actuar en relación con sus quejas del proceso de apelación. Desde hace meses, bloquea la cobertura de vacantes en el órgano de apelación de siete miembros de la OMC por razones técnicas que algunos funcionarios de Ginebra creen que ocultan una agenda más siniestra de eliminar por completo el sistema de solución de diferencias de la OMC como una limitación al tipo de medidas comerciales unilaterales -aranceles u otras- que a Trump le gustaría adoptar. Fuente: El Cronista