Pasaron 30 días desde aquel 15 de noviembre cuando, a las 7.30, se recibió el último de los 8 mensajes del submarino ARA San Juan del que se desconoce el paradero y destino, mientras es buscado con la última tecnología en un vasto sector del Mar Argentino, en el límite de la plataforma continental. Las primeras dos semanas de trabajo estuvieron signadas por la cooperación internacional que incluyó ayuda de más de 13 países y empresas privadas nacionales e internacionales, todos coordinados por la Armada Argentina. Hasta el 30 de noviembre, los esfuerzos estuvieron centrados no sólo en encontrar el submarino, sino en rescatar con vida a los 44 tripulantes de la embarcación militar. Sin embargo, la decisión de la Armada de pasar a la siguiente fase, que sólo incluye la búsqueda del submarino, significó un quiebre tanto en los elementos de ayuda internacional, como de la relación de la fuerza con los familiares de los tripulantes. El paso del tiempo y la falta de información oficial, que fue catalogada por las fuerzas como reservada, hicieron que a 30 días de la desaparición aún haya varios misterios en torno al ARA San Juan. Estas son algunas de las incógnitas: Qué instrucciones recibió, en las múltiples comunicaciones durante la madrugada del 15 de noviembre, el comandante del submarino quien había informado sobre las averías por el posible ingreso de agua a través del snorkel a uno de los 4 sectores de baterías situado en la en la popa (atrás) y a estribor (derecha) son las más sensibles. Aunque recién se conoció la nómina de los 44 tripulantes una semana después de la desaparición, aún se desconocen las funciones que cumplían dentro de la nave algunos que estaban a bordo. Qué tareas estaba realizando el ARA San Juan en la zona. Cuánto es el tiempo máximo que puede continuar la búsqueda y el apoyo internacional que brinda tecnología de última generación con la que no cuenta la Argentina. Por qué la Armada no informó, ni bien tuvo la información, del informe del analista acústico norteamericano, Bruce Rule, quien sostuvo que el submarino sufrió a 380 metros de profundidad un colapso letal que liberó una energía similar a una explosión de 5700 kilos de TNT en menos de un segundo y que los tripulantes murieron en forma instantánea.