Es una de las actividades de todos los días – o casi todos – pero, aunque parezca fácil, muchas veces luego de lavar el cabello, este sigue quedando graso o sin brillo ¿Cuál es la razón? Muchas veces el shampoo o el acondicionador no es el correcto para el tipo de cabello que tiene cada uno, pero también las técnicas a la hora de lavarlo influyen y generan daños. Aunque las personas estén acostumbradas a hacerlo diariamente, no todos lo hacen de forma correcta. Por eso, para pasar de un cabello dañado a sano es indispensable tener una correcta rutina de lavado. Así, lo primero que se debe hacer es un diagnóstico del tipo de cuero cabelludo que uno tiene – ya sea seco, graso o con caspa-.  Los productos que se elegirán entonces dependerán de esta evaluación. A la hora de enjuagar el cabello, se deberá hacer con agua tibia o caliente – no aplicar temperatura muy alta ya que lleva a que el pelo se deshidrate- para que las cutículas se abran y se aflojen los aceites del cuero cabelludo. Además, es necesario que el pelo esté totalmente mojado a la hora de aplicar el producto. Recién ahí, se podrá aplicar los dos shampoos ¡Sí, los dos! "Lo ideal es poner un shampoo neutro para quitar la grasitud y la suciedad, y para el segundo aplicar un producto que sea ideal para el tipo de cabello de cada persona -rulos, lacio, hidratación, reestructuración- generando espuma", explicó el estilista Javier Luna El shampoo, gracias a su característica alcalina, genera que los poros y las cutículas se abran para dar paso al acondicionador. Con poca cantidad, este se tiene que aplicar a 2 o 3 cm de la raíz hacia las puntas, masajeando hasta abajo. Pero no todo se termina en los productos. Según Luna, la manera correcta de lavar el pelo es siempre con las 10 yemas de los dedos, nunca con las uñas, haciendo movimientos circulares y masajeando el cuero cabelludo. Luego de terminar con los productos y el lavado, pasar del agua caliente a la fría para que el contraste de temperatura estimule la circulación sanguínea y genere el cierre de la cutícula. "De esta manera, se evita que el pelo se erice", sostuvo el estilista. Pero la rutina del lavado no consiste solo en las acciones que se llevan a cabo en la ducha, sino que también el secado, por ejemplo, es una parte importante para no dañar el pelo. Cuando está húmedo y mojado se encuentra muy sensible, por ende, lo adecuado es sacar el excedente de agua con una toalla, pero sin frotarlo ya que puede llevar a que se quiebre o genere frizz. "Siempre escurrir apretando y no frotando", aconseja Javier Luna. Por último, para desenredarlo es aconsejable hacerlo desde abajo hacia arriba para que no se debilite ni se quiebre.