Seguir una alimentación saludable es vital. También dedicar el tiempo necesario para un descanso óptimo, con las horas de sueño adecuadas. Igual de fundamental es tener una vida social activa. Son varios los factores que influyen para mantener un cerebro sano y activo, y entre ellos también está el ejercicio físico. Según varias investigaciones, hacer ejercicio de forma regular favorece distintas funciones del cerebro, desde la capacidad de concentración, mantener la materia gris o mejorar la memoria. Además, reduce la ansiedad, alivia el estrés y previene la depresión. Y de acuerdo a uno de los estudios más recientes que analizaron sus beneficios, bastan solo 10 minutos de ejercicio aeróbico diarios para aumentar el rendimiento. La investigación a cargo de la Universidad de Ontario Occidental (Canadá) abarcó a dos grupo de voluntarios sanos, que se dividieron para efectuar dos tareas: unos se sentaron y leyeron una revista, mientras que otros completaron 10 minutos de ejercicio moderado y vigoroso en una bicicleta estática. Luego de la actividad, a los participantes se les evaluó el tiempo de reacción en una prueba de movimiento ocular cognitivo, diseñada para desafiar las áreas cerebrales responsables de la función ejecutiva, como la toma de decisiones o la inhibición. Los resultados publicados en la revista Neuropsychologia mostraron que las respuestas tras de someter al cuerpo a la ejercitación fueron más precisas y los tiempos de reacción más cortos, llegando a incrementar el rendimiento cognitivo hasta un 14 por ciento. Aunque todavía los mecanismos de esta consecuencia no son claros: la mejoría podría deberse al aumento del flujo sanguíneo o al factor neurotrópico derivado del cerebro (BDNF), que podría facilitar la actividad en la corteza prefrontal. Matthew Heath, experto en el área de neurociencia y autor del trabajo, dijo en un comunicado: "Algunas personas no pueden comprometerse con un régimen de ejercicio a largo plazo debido al tiempo o a su capacidad física. Esto muestra que las personas pueden ir en bicicleta o caminar enérgicamente durante un breve período y encontrar beneficios inmediatos". Actualmente, los mismos científicos están llevando a cabo un nuevo trabajo cuyo fin es determinar cuánto pueden durar los beneficios después del entrenamiento. "Siempre les digo a mis estudiantes que antes de que escriban una prueba o un examen o entren a una entrevista, o hagan cualquier cosa que sea cognitivamente exigente, hagan algo de ejercicio primero", confesó Heath. ¿Qué tipo de ejercicio es más conveniente? La aptitud física está conectada directamente a la salud del cerebro y específicamente a la capacidad de aprender. Un estudio de los Institutos Nacionales de la Salud en Estados Unidos sugirió que cuanto más se ejercita un adulto, más hace crecer a su cerebro. La actividad física aumenta significativamente la neuroplasticidad, es decir, la capacidad del cerebro para adaptarse a nuevas experiencias. Como resultado, el ejercicio físico estimula el crecimiento de las neuronas en el cerebro y, según revela la investigación, las disciplinas como el tai chi aumentan enormemente la agilidad mental al mismo tiempo que mejoran el equilibrio y la movilidad. Esto puede desencadenar un efecto dominó que motiva a realizar también otras actividades de estimulación cerebral. Por otra parte, científicos del German Center for Neurodegenerative Diseases y otras instituciones alemanas, emprendieron un trabajo que los llevó a demostrar que las personas mayores que entrenan habitualmente pueden revertir los signos del envejecimiento en el cerebro. Y concluyeron que entre todos los tipos de ejercicio, el baile y -en menor medida- el ciclismo son los que poseen el efecto beneficioso más profundo. En concreto, observaron un aumento de volumen en la región del hipocampo del cerebro, la zona propensa al deterioro cerebral relacionado con la edad que se ve afectada por enfermedades como el Alzheimer. Una respuesta que se profundizó al deber enfrentar un reto nuevo de baile cada semana, con rutinas y géneros diferentes que invocan a recordar coreografías bajo la presión del tiempo y sin ninguna pista del instructor. En resumen, el consenso de estudios sitúa a los ejercicios cardiovasculares como los mejores, permitiendo crear nuevas células en el cerebro (neurogénesis) y favoreciendo la performance. Entre ellos están el baile, la natación, el running, andar en bicicleta, el patinaje o trabajos en determinados aparatos de gimnasio, como la cinta o la maquina elíptica.         Fuente: infobae