“Nunca rompas el silencio si no es para mejorarlo”, dijo una vez el músico Ludwig van Beethoven. Y es que permanecer callado por un rato puede ser muy beneficioso para tu salud (y quizá, en algunos casos, para la de los demás). En reiteradas ocasiones la ciencia afirmó que estar en silencio controla el estrés, fortalece el sistema inmune y hasta puede ayudar a ser más resistente frente al dolor. Pero en la actualidad encontrar un hueco para alejarte de los ruidos no es algo sencillo. Si bien no hay pruebas concluyentes, varios estudios analizaron qué efectos tiene el silencio en la salud. Según uno realizado en 2013, pasar unas horas sin ruidos al día hace que las células se regeneren en el hipocampo, región cerebral clave para el aprendizaje. También se comprobó que cuando el cerebro escucha sonidos fuertes, manda una orden al cuerpo para que segregue cortisol, una hormona que está relacionada directamente con el estrés. En cambio, si uno está tranquilo y en armonía segrega endorfinas (hormonas asociadas a la felicidad) y serotonina (neurotransmisor vinculado a la serenidad). El silencio cuida tu salud cardíaca porque ayuda a controlar el estrés, el cual aumenta la presión arterial que puede provocar algún problema en el corazón. También baja tu presión sanguínea. Por otro lado, una investigación realizada en la Universidad de La Laguna (ULL), presentada en la revista Neuroscience, apuntó que el silencio mental experimentado a través de la meditación de Sahaja Yoga está asociado con el desarrollo de las redes y áreas neuronales que son cruciales para el control de la atención y las emociones, lo cual puede tener una repercusión positiva en la salud mental directamente y en la salud física indirectamente. CÓMO SACARLE PROVECHO AL SILENCIO  Para que sea beneficioso, es necesario no solamente estar callado y relajar tu actividad mental. ¿Cómo se consigue entonces? Tiene que ser un silencio elaborado con el objetivo de lograr un estado de conciencia centrado en el aquí y ahora. Se debe complementar con la respiración y dejando pasar los pensamientos sin detenerse en ellos. Es decir, que no será útil si usás ese tiempo para organizarte la agenda o hacer la lista del super. No hay un momento ideal para llevar a cabo este trabajo interior, lo mejor es establecer un hábito que consiga entrenar a tu cerebro en esta práctica. En cuanto a la duración, lo recomendable es arrancar con 5 minutos al día para ir acostumbrándote. A medida que establezcas esta técnica como una rutina, podrás aumentar ese tiempo. La ubicación depende de vos. Lo crucial es encontrar un sitio tranquilo en el que puedas sentirte a gusto. Podés incluso aprovechar momentos de relajación en plena calle como durante un paseo o una sesión de running.