Michella Welch tenía 12 años cuando fue violada y asesinada en marzo de 1986 en Tacoma, una ciudad del estado de Washington, en Estados Unidos. Más de tres décadas después del crimen, y gracias al avance de la tecnología, por una servilleta se pudo llegar al culpable. Cuando la adolescente desapareció, estaba cuidando a sus dos hermanas menores en una plaza. En un momento, agarró su bicicleta y fue a compras sándwiches para las nenas. Según se pudo reconstruir, Michella volvió al lugar en el que había dejado a sus hermanas, pero no logró encontrarlas, informó Telegraph. En una mesa de la plaza encontraron la bicicleta de la menor y los sándwiches, pero no había rastros de Michella. Esa noche, un perro policía encontró el cuerpo de la nena en un barranco cercano. La autopsia determinó que había sido violada y asesinada forma violenta. En ese momento, se extrajo ADN de la escena, pero por dificultades en la investigación, no se pudo dar con el sospechoso. En 2006, la policía científica logró reconstruir una huella en base al ADN obtenido, pero no se encontró ningún vínculo con la base de datos existente en Estados Unidos. Pero con el avance de la tecnología, ahora se pudo resolver el caso gracias a la técnica de la genealogía genética, que recurre a las bases de datos y archivos genealógicos que incluyen a personas que buscaron conocer su ascendencia. Fue entonces cuando se comprobó que el ADN podría ser de dos hermanos. Tanto su edad como su lugar de residencia en el año del crimen, los convertían en posibles autores del asesinato. Finalmente, tras una investigación, se obtuvo el nombre del posible culpable de la muerte de Michella: Gary Hartman. Su ADN se obtuvo por una servilleta que un agente encontró. El hombre de 66 años fue detenido y declarado culpable del asesinato, 32 años después.