La ilusión de la previa duró hasta que quisieron los All Blacks. En un partido que se suponía más parejo de lo que fue, los de negro jugaron muy bien y los de celeste y blanco, regular, aunque levantaron al final. Y si eso sucede, la resultante no puede ser otra que un triunfo para los neozelandeses, 35-17, que como en el 2012, 2014 y 2017 festejaron el título del Personal Rugby Championship en la Argentina. Tras cinco minutos de ir, buscar por allí, por allá, chocar y seguir chocando con la pelota en su poder, Los Pumas dispusieron de un penal que Nico Sánchez facturó. La pregunta, entonces, era ver qué podían hacer los All Blacks cuando capturaran la primera pelota. La respuesta recorría el cuerpo de Naholo, potente wing de 1,96 metro y 96 kilos, que encaró y dejó el surco con suficiente daño como para que después el pase de Ben Smith a Ioane terminara con el primer try de los visitantes, así, de un piñazo. El segundo ataque de la Selección fue similar al primero, pero esta vez Sánchez no la pudo embocar desde un lugar factible. Y el de los All Blacks se rubricó como el anterior de ellos: Los Pumas perdieron un line en defensa y, del posterior scrum, entró Naholo con potencia para apoyar el segundo de su equipo. Iban 15 minutos y los de negro ganaban 14-3. ¿Cuánta era la estadística de posesión en ese cuarto de hora? 68 a 32% a favor de Los Pumas. O sea: los neozelandeses la tocan poco pero bien, son dinámicos, determinados, potentes y sus destrezas ayudan a que prosperen en el resultado teniendo menos el elemento vital. Al público efervescente del principio, los dos golpes al mentón lo dejaron KO. En el ambiente se sentía que el calor se iba apaciguando. La ilusión del "hoy se puede" se transformaba en "con éstos no se puede", sobre todo porque los jugadores también habían sentido los mazazos y las burbujas iban desapareciendo como en un champán abierto hace días. La gente se levantó con un soberano tackle de Lavanini a TJ Perenara, que derivó en una recuperación de balón pero una posterior pérdida para el try de Ioane. La repetición en la pantalla gigante mostró que antes de que Delguy perdiera la pelota, se había comido un rodillazo (¿sin querer?) de Taylor, que si bien fue visto por las 31.000 personas y revisados por el Videoref, no encontró sanción. La explicación del árbitro francés Mathiew Raynal a Creevy, levantando los hombros como el emoticón de WhatsApp encolerizó al público. Sin embargo, el daño (a Delguy y por el try) ya estaba hecho, tanto que el wing debió dejar la cancha por el golpe. Iban 21-3 a los 32'. En la última, demostrando que no solo saben atacar, los All Blacks armaron una pared defensiva que no permitió el try argentino. Le costó levantar al público a Juanchi Baleirón pese a lo movedizo de los enganchados de Los Pericos en el entretiempo. "¿Are you ready"?, preguntaba el cantante. La gente no estaba lista para cantar porque los All Blacks le habían sacado las ganas. No era la noche de Los Pumas. Si hasta Sánchez, que este año terminó de convertirse en un crack, no pegaba una. Además de fallar un penal, quiso intentar una habilitación sorpresa con el pie y se la tiró en la panza a uno de negro. La respuesta fue un try del ingresado Tuipulotu para ampliar la brecha. Ledesma movió el banco y los suplentes le dieron aire y tries al equipo. Antes del cierre de Lienert-Brown, primero apoyó Cubelli y luego, Boffelli, que terminó yéndose de la cancha por un golpe de Naholo, al límite de la infracción. Porque los All Blacks, si pueden, te pasan por arriba, y no solo en el resultado. Así ganan, salen campeones y son los mejores del mundo. FUENTE: Olé