Martes 16.04.2024
Actualizado hace 10min.

Alberto Fernández podría restringir el aumento de las jubilaciones

La ley de movilidad jubilatoria, luego del cambio aprobado en 2017, es un difícil escollo para el equilibrio de las cuentas públicas. Será una discusión dentro del “Pacto Social”.

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Fernández el electo presidente, hizo su campaña con una frase que le terminó dando buenos resultados electorales: “Vamos a aumentarle a los jubilados bajando la tasa de las Leliq”. El desarme de estos títulos emitidos por el Banco Central, cuyos rendimientos llegaron al 80% anual ya arrancó. Y también empezó el proceso de baja de las tasas, incluso antes de que asuma el nuevo gobierno. Sin embargo, luce mucho más complejo cumplir con la primera parte de la afirmación, es decir avanzar en una mejora de los ingresos a los jubilados. Podría pasar lo contrario: que la necesidad de “desindexar” la economía se lleve puesta la “movilidad jubilatoria”, que establece el ajuste del aumento de los haberes según la inflación pasada.

El “Pacto Social” que tiene pensado convocar Alberto Fernández y en el que participarán empresarios, sindicalistas y el propio Estado apunta a frenar los aumentos de precios y establecer pautas de incrementos nominales más bajas a partir de 2020. No sería un “congelamiento”, imposible de cumplir en un contexto de casi 60% de inflación anual, pero sí una suerte de barajar y dar de nuevo.

Dentro de este esquema se torna imprescindible dar marcha atrás con la actual ley de movilidad jubilatoria, aprobada a fines de 2017. La misma establece que los haberes se ajustan en un 70% por la inflación y un 30% por el RIPTE, es decir la remuneración promedio de los trabajadores en relación de dependencia. Su ajuste es trimestral.

El próximo gobierno tiene a mano un atajo perfecto para borrar de un plumazo esta ley de movilidad. Se trata de una causa judicial que busca declarar su inconstitucionalidad y que ya llegó a la Corte Suprema. Detrás de esta demanda se encuentro un experto en temas previsionales, Miguel Fernández Pastor, quien además es cercano a Sergio Massa, uno de los principales referentes de Frente de Todos.

En su momento, presentó la demanda porque suponía una licuación del aumento que le hubiera correspondido a los jubilados en el primer semestre de 2018. Pero a la larga la fórmula terminó siendo beneficiosa, porque la inflación superó largamente la recaudación previsional, que era la variable de ajuste anterior a la reforma.

El nuevo gobierno no quiere asumir el costo político de “toquetear” la ley de movilidad actual, por lo que le calzaría perfecto un fallo de la Corte en esa dirección. Así volvería la anterior fórmula, que arrancó con el gobierno de Cristina Kirchner, que establece el ajuste automático de las jubilaciones según la evolución del RIPTE y de la recaudación de ANSES. Incluso prevé la posibilidad de establecer topes en situaciones extraordinarias, con lo cual tiene un mayor grado de discrecionalidad.

Sin acceso a los mercados financieros, por el momento la única opción que tiene este y el gobierno que asume el 10 de diciembre es recurrir a la emisión monetaria.

Se trata, sin embargo, de una política extremadamente riesgosa. Con una inflación muy alta, darle al Banco Central rienda suelta a la emisión es un arma de doble filo. Si el déficit es muy alto la financiación vía emisión será excesiva, generando nuevos saltos de la inflación.

La clave será, por lo tanto, ir lo más rápido posible hacia el equilibrio fiscal para que la crisis actual no se profundice. La principal medida por el lado de los ingresos será un aumento de las retenciones al sector agropecuario, que quedaron licuadas por los sucesivos saltos del dólar. Un aumento a los impuestos a los Bienes Personales también está en danza, pero su impacto en los ingresos es menor y generaría un fuerte impacto negativo si la idea es captar nuevas inversiones.

Fuente: Infobae