Wanda Nara confirmó a través de las redes sociales que padece leucemia. Lo hizo este mediodía a pedido de uno de sus seguidores. “¿Qué enfermedad tenés?”, le preguntó un seguidor, a través de la cajita de preguntas que ella activó en sus historias de Instagram, donde más de 16 millones de usuarios pueden interactuar con su perfil. Al ver la consulta, la mediática seleccionó la opción “contestar” y aclaró: “Leucemia”. Fue la primera vez que, de manera pública, contó lo que le sucede por su propio nombre. “Al principio le decía esa cosa que tengo yo. Después pude decirle enfermedad”, reconoció. ¿Qué es la leucemia? La leucemia es un tipo de cáncer que se origina en la médula ósea y consiste en una producción descontrolada de células anormales o ‘malignas’. Aunque no se trate de un tumor sólido, como en otros tipos de cáncer, se la considera una enfermedad oncohematológica. “La médula ósea es un tejido que se encuentra dentro de los huesos y es el lugar donde se forman las células de la sangre (glóbulos rojos, glóbulos blancos y plaquetas). Existen leucemias agudas (que progresan rápidamente, en pocas semanas) y las crónicas (que progresan más lentamente, en varios meses); y dentro de ellas existen diferentes tipos”, había dicho recientemente a Infobae la doctora Francisca Rojas (MN 90648), jefa de la División de Hematologia del Hospital de Clínicas “Gral. José de San Martín”, la institución dependiente de la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires (UBA). Aunque las leucemias no son prevenibles, como sucede con alrededor de un tercio de los casos de cáncer, comparten muchos aspectos, como la importancia de la detección a tiempo y del acceso al tratamiento más indicado para cada tipo y estadio de enfermedad. La doctora Alicia Enrico, hematóloga del Hospital Italiano de La Plata explicó los tipos de leucemia más comunes. “Podemos decir que hay leucemias agudas y crónicas. Se diferencian por la forma en que se presentan. Las agudas son muy expresivas para llamarlas de alguna manera, mientras que las crónicas muchas veces son hallazgos en un estudio de rutina. Si nos centramos en las crónicas podemos afirmar que hay aquellas que afectan a los individuos mayores (de 70 años) que es la leucemia linfática crónica. La que afecta a personas adultas pero no tan mayores es la llamada mieloide crónica”, precisó la experta. Y agregó: “La leucemia mieloide crónica en una enfermedad que ha tenido muchos adelantos científicos en los últimos años, sobre todo desde el 2001. Es una enfermedad con una lesión muy puntual en la que se utilizan nuevas drogas para su tratamiento. Se llaman drogas con blancos moleculares, que permiten que la enfermedad cambie su pronóstico y que los pacientes tengan una expectativa de vida casi parecida a la de los individuos sanos”. “Los tratamientos con que cuenta la enfermedad se llaman inhibidores de la tirosina quinasa. Los hay de 1a, 2a y 3a generación. Un inhibidor de la tirosina quinasa es un tipo de inhibidor enzimático que bloquea específicamente la acción de una o más proteínas (como su nombre lo dice, las quinasas) evitando que las células enfermas crezcan y de esa manera se restauran los recuentos sanguíneos a la normalidad”, precisó Enrico. “El rápido crecimiento descontrolado y desordenado de estas células se llama leucemia aguda lo que lleva a una acumulación de células inmaduras no funcionales en la médula ósea y en la sangre periférica; o sea que no se pueden producir células normales, esto causa anemia por falta de glóbulos rojos, infecciones por falta de glóbulos blancos y sangrado por falta de plaquetas”, indican desde FUNDALEU, la entidad que hace más de seis décadas se dedica a la investigación y el tratamiento de enfermedades oncohematológicas con el fin de obtener mejores tasas de curabilidad. En la Argentina, se estima que se presentan aproximadamente 3.000 nuevos casos de leucemia al año. Esta enfermedad puede afectar a personas de cualquier edad, aunque la leucemia mieloide aguda es más frecuente en adultos, especialmente en aquellos mayores de 60 años. La doctora Rojas indicó que “la sospecha diagnóstica inicial está dada por los síntomas del paciente: en las leucemias agudas los síntomas se presentan rápidamente y están dados por la anemia (cansancio, debilidad, fatiga, falta de aire), por la afectación de los glóbulos blancos que sirven para nuestras defensas (infecciones varias a repetición) y por disminución de las plaquetas (predisposición a sangrados, en especial de las mucosas como encías, menstruaciones muy abundantes en las mujeres, epistaxis (sangrados de nariz) y aparición de hematomas espontáneos en la piel, mientras que las leucemias crónicas suelen tener síntomas más solapados en el tiempo”. En este sentido, consultada por Infobae, la médica hematóloga Beatriz Moiraghi, del Hospital Ramos Mejía de la Ciudad de Buenos Aires, detalló que “dentro de las leucemias agudas, está la leucemia linfoblástica aguda y la leucemia mieloblástica aguda”. “Dentro de las leucemias crónicas, está la linfocítica crónica la (LLC) y la mieloide crónica”, agregó. En cuanto a los síntomas y cómo arribar al diagnóstico, la especialista explicó que “para la detección precoz de la leucemia, lo importante es hacer hemogramas (análisis de sangre) periódicos. Uno de los síntomas de cualquier tipo de leucemia -y sobre todo en las crónicas- es que el paciente tiene pérdida de peso, falta de apetito, pesadez en la zona de la panza, dolores en el abdomen por la inflamación del bazo y/o el hígado o dolores de hueso por el aumento de los glóbulos blancos”. “Puede haber además pérdida de peso sin causa, fiebre, aumento de la sudoración, en especial la nocturna, ganglios linfáticos inflamados, agrandamiento del hígado o del bazo (el paciente puede presentar por ello saciedad inmediata con la ingesta de alimentos); dolor o sensibilidad en los huesos. O bien se constata un hemograma anormal en un chequeo de rutina sin tener el paciente ningún síntoma”, agregó la jefa de la División de Hematología del Hospital de Clínicas. La doctora Rojas remarcó que, frente a la sospecha diagnóstica, un hematólogo debe evaluar al paciente para solicitar exámenes específicos: “Además de estudios generales de laboratorio, se debe estudiar específicamente la médula ósea a la que se accede por una biopsia y esa muestra se envía a un laboratorio para buscar células de leucemia. Los estudios específicos de las células de la leucemia revelan características de la enfermedad que se usan para determinar las opciones de tratamiento. Lo más importante: hoy existen opciones de tratamiento para cada tipo de leucemia”. Los tratamientos varían según el tipo de leucemia Las personas con leucemia se encuentran frente a un amplio espectro de opciones terapéuticas. Entre las alternativas más habituales están la quimioterapia, la terapia dirigida, la terapia biológica, la radioterapia y el trasplante de células madre. En casos donde el bazo presente un aumento significativo, el equipo médico puede recomendar la realización de una intervención quirúrgica para su extirpación. “Si se trata de una leucemia mieloide crónica o es una leucemia linfática crónica los pacientes tienen muy buenas respuestas y se recuperan, por lo que pueden tener una vida. En el caso de leucemias agudas, todo depende cómo el paciente responda al tratamiento quimioterápico. Cómo se recupera la médula y en función de eso, el médico evalúa con estudios medulares y moleculares la efectividad del tratamiento”, agregó a Infobae la doctora Moiraghi. En cuanto a la calidad de vida de los pacientes, la Asociación Leucemia Mieloide Argentina (ALMA) detalló a Infobae que en algunos tipos de leucemia, mieloma o linfoma, las tasas de remisión y respuesta son muy elevadas, al igual que los controles sostenidos en el tiempo, lo que permite llevar una vida prácticamente normal y seguir trabajando o realizando actividad física, siempre que se cumpla con el tratamiento y con las indicaciones del médico. Durante las últimas cinco décadas, la ciencia médica ha logrado desarrollar tratamientos cada vez más efectivos para los pacientes que padecen leucemia. Estos avances incluyen la implementación de nuevas drogas, el uso de anticuerpos monoclonales y tratamientos de soporte, como transfusiones sanguíneas y antibióticos. Además, el trasplante de células progenitoras periféricas, comúnmente conocido como trasplante de médula ósea, ha sido una opción vital en muchos casos. Los cuatro tipos más comunes de leucemia Existen diferentes clasificaciones que se basan en el tipo de glóbulo blanco o células de la médula ósea afectadas. La leucemia puede originarse en las células linfoides o en las células mieloides, dando lugar a distintos tipos de la enfermedad. Cuando la leucemia se inicia en las células linfoides de la médula ósea, se habla de leucemia linfoblástica . Por otro lado, si las células mieloides son las protagonistas, se trata de leucemia mieloide. Esta clasificación se vuelve fundamental para determinar el enfoque terapéutico más apropiado y personalizado para cada paciente. - Leucemia linfoblástica crónica (LLC): Afecta a las células linfoides y suele crecer lentamente. La mayoría de las personas a las que se les diagnostica la enfermedad son mayores de 55 años. Casi nunca afecta a los niños. - Leucemia mieloide crónica (LMC): Afecta a las células mieloides y suele crecer lentamente al principio. Afecta principalmente a los adultos. - Leucemia linfoblástica aguda (LLA): Afecta a las células linfoides y crece rápidamente. Es el tipo de leucemia más común en los niños pequeños. También afecta a los adultos. - Leucemia mieloide aguda (LMA): Afecta a las células mieloides y crece rápidamente. Representa más de 13.000 nuevos casos de leucemia cada año. Se da tanto en adultos como en niños.