El exintendente de Capital y exministro de Gobierno, Emilio Baistrocchi, anunció su salida del Partido Justicialista a través de una carta publicada en sus redes sociales. En su mensaje, Baistrocchi cargó contra la conducción actual del partido, especialmente contra los liderazgos de Sergio Uñac y José Luis Gioja, acusándolos de mantener un poder eterno, manipular decisiones internas y contribuir a la crisis que enfrenta el PJ. Criticó duramente la falta de renovación y el autoritarismo presente en la lista de unidad presentada para las próximas elecciones, lamentando que el partido esté más enfocado en el pasado que en construir un futuro. Baistrocchi argumentó que la lista presentada busca ocultar intereses personales y disimular una crisis de conducción que ha afectado al partido. Según él, la dirigencia actual del PJ se encuentra anclada en el pasado y no ha logrado realizar la transición generacional necesaria para revitalizar al partido y adaptarse a los desafíos contemporáneos. El exfuncionario también se mostró crítico del autoritarismo y de los acuerdos de cúpula que, en su opinión, han relegado a la base del partido y han impedido una verdadera renovación. En su mensaje, Baistrocchi señaló que el justicialismo ha perdido convicción y fuerza debido a personalismos y prácticas que no comparte. Finalmente, Baistrocchi expresó su decepción por la falta de renovación en el partido y por el manejo de la política provincial. En su carta, lamentó que el PJ esté en manos de liderazgos que no han sabido transitar el cambio generacional y que, en su lugar, han perpetuado un modelo que considera obsoleto. LA carta completa de Emilio Baistrocchi: Liderazgos eternos, dedos largos y cuentas raras En mi partido, el justicialismo, hoy se discute “el pasado”. La política es una herramienta de transformación del futuro. Lo que tenía por decir lo dije en el momento y el lugar que correspondía, hice autocrítica y crítica; pero claro, estos son ejercicios extraños para los dirigentes de un partido que buscan, en una supuesta lista unidad, esconder intereses personales y disimular una profunda crisis de conducción. El Justicialismo necesita recambio, no solamente de nombres, sino también de visión. Tuvimos un gran dirigente que no supo transicionar y que erosionó el proyecto político al punto de detonarlo. Volvió para no volver porque en definitiva, nunca se quiso ir. Pero, como si con uno no alcanzara para confirmar que ese no era el rumbo, aquél que padeció la eternidad del que volvía sin haberse ido nunca, a su turno, insistió con la permanencia. Qué paradoja, terminar siendo lo que más se criticaba. Rescato 20 años de gestión justicialista que significaron progreso y crecimiento para la provincia, pero también en estos 20 años tenemos lecciones aprendidas, errores de conducción que no debemos repetir. Mientras crecía y se desarrollaba la provincia de la mano del justicialismo a nuestro partido le sucedía todo lo contrario. Fruto de personalismos, perdía convicción y fuerza, se fragmentaba y drenaba dirigentes. Pero no solo eso, también fuimos perdiendo banderas, relegando principios y sumando prácticas que yo no comparto y me animo a pensar, que no comparte la mayoría de los justicialistas. Yo no comparto la idea de que el que no piensa igual es el enemigo. Yo no comparto el autoritarismo, ni en nombre de lo nacional y popular, ni en nombre de la libertad. Yo no comparto que lo institucional sea secundario, las normas y los plazos están para cumplirse. Planteé oportunamente que el partido necesitaba una renovación de autoridades, que debían evitarse los acuerdos de cúpula que dejan a los justicialistas afuera de la decisión. Esta lista y hasta el mismo calendario electoral, son un claro ejemplo de un acuerdo de cúpula, cambiar para que nada cambie, y yo no avalo este proceso. Otra generación más paga el costo de retardar la natural transición, es la generación de las y los que hoy, teniendo responsabilidades de gestión, no logran la conducción partidaria. Vivimos momentos cruciales en los que definimos futuro. El tiempo evaluará las decisiones que hoy tomamos los dirigentes y si lo hacemos pensando en San Juan y en el Partido Justicialista, o en nuestros propios intereses. El momento demanda convicción y coraje. La transición generacional que nuestros dirigentes partidarios no hicieron y los jóvenes dirigentes no supimos exigir con la fuerza necesaria, hoy la protagoniza el actual oficialismo, aprovechado las visibles debilidades, que nosotros no pudimos o no quisimos ver. Liderazgos eternos que nunca cesan ni transicionan. Dedos largos que señalan desde Buenos Aires “qué, quién y cómo”. Cuentas raras que desvirtúan la lógica, “que con ella no alcanza, que sin ella no se puede”. Todo ello, mientras un país mira al Justicialismo esperando la soberanía política, la independencia económica y, sobre todo, la justicia social que otrora supimos conseguir. Me voy, y me llevo conmigo mis convicciones.