En Argentina la falta de acceso a la vivienda representa un problema persistente y desafiante desde hace muchos años. Según un informe de la Fundación Tejido Urbano, unos 2,3 millones de jóvenes de entre 25 y 35 años viven con sus padres o abuelos, lo que equivale al 38% de ese grupo etario. Esta situación, que se mantiene desde hace al menos dos décadas, refleja una demanda latente e insatisfecha y la existencia de barreras significativas a la hora de independizarse los jovenes. Históricamente, el porcentaje de jóvenes sin emancipar en el país registró variaciones considerables, como se muestran las estadísticas manejadas por el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec). Influencias culturales como el retraso en la edad de casamiento y de tener hijos, así como la decisión de adolescentes universitarios de permanecer en el hogar familiar mientras estudian, también juegan un rol importante. Aunque el mercado de alquileres se está estabilizando y los precios iniciales de los nuevos contratos tienden a descender, los valores siguen siendo elevados, dificultando que los jóvenes o las parejas puedan afrontar los gastos mensuales en un contexto de costo de vida que fue complejo durante más de 20 meses. Recién ahora se observa una desaceleración de la inflación.