Desde el inicio de esta semana, Israel ha intensificado sus bombardeos en el sur de Líbano y en el Valle de la Bekaa, resultando en un alarmante aumento de la cifra de muertos. Este lunes, el Ministerio de Salud libanés reportó que los ataques han dejado al menos 274 muertos, incluyendo 21 niños y 39 mujeres, además de cerca de 5.000 heridos desde el inicio de la ofensiva. El primer ministro libanés, Najib Mikati, denunció lo que calificó como un «plan de destrucción» llevado a cabo por Israel, instando a la comunidad internacional y a las Naciones Unidas a intervenir y detener esta «agresión». Los bombardeos israelíes, que han golpeado cerca de 800 objetivos del movimiento islamista Hezbolá, han provocado un éxodo masivo de familias, evidenciado por los atascos en las carreteras de ciudades como Sidón, donde cientos de coches intentan salir de la zona. Benjamin Netanyahu, el primer ministro israelí, defendió las acciones de su gobierno, argumentando que Israel está «invirtiendo la relación de fuerzas» en el norte del país y que su estrategia es anticiparse a las amenazas, no esperar a que se materialicen. Esta oleada de ataques es considerada la mayor desde el inicio del conflicto, lo que ha intensificado las tensiones en la región. El ejército israelí, en un comunicado, afirmó haber realizado bombardeos en aproximadamente 800 objetivos de Hezbolá, incluidos en la cordillera del Antilíbano, y advirtió a los civiles que se mantuvieran alejados de las posiciones del movimiento. En respuesta, Hezbolá declaró haber lanzado «decenas de cohetes» hacia bases israelíes como represalia por los ataques.