En un contexto económico que se encuentra marcado por la estabilización de las variables financieras, el Gobierno de Milei decidió mantener una política de control cambiario que postergue la unificación de los tipos de cambio hasta después de las elecciones legislativas. Esta estrategia apunta a reducir riesgos en un año clave para afianzar su gestión económica, priorizando una salida gradual del cepo cambiario en 2025. Desde la implementación de la "fase 2" del plan económico en el mes de julio, los resultados han superado las expectativas. El dólar financiero, que en su momento alcanzó picos de $1.500, bajó inesperadamente hasta ubicarse por debajo de los $1.100, logrando una brecha cambiaria menor al 10%. Esto fue posible gracias a una política de tasas de interés positivas, cepo cambiario y control estricto de la base monetaria. La baja nominal del dólar también se fortaleció cuando se eliminó el impuesto PAIS, la apertura comercial y medidas que flexibilizan el ingreso de divisas por parte de freelancers y exportadores. Pese a ello, fuentes del Banco Central confirmaron que no se contemplan medidas abruptas como una flotación cambiaria, al menos por ahora. "La flotación cambiaria en este momento sería extremadamente arriesgada. Mantener una brecha controlada y múltiples tipos de cambio nos permite manejar las expectativas del mercado y evitar sobresaltos económicos", argumentó un alto funcionario del equipo de Luis Caputo, el ministro de Economía. Mientras tanto, el sector industrial se enfrenta a un cambio importante de escenario, ya que el aumento de importaciones y la presión competitiva han llevado a las empresas locales a buscar nuevas estrategias, incluida la producción en Asia. Este fenómeno, impulsado por la apertura comercial y la apreciación del peso, refleja la necesidad de ajustar las políticas cambiarias para evitar un impacto negativo en la actividad económica. Para el 2025, el Gobierno no arriesgará modificaciones abruptas en su esquema cambiario antes de las elecciones, poniendo en principal la estabilidad política y económica. La hoja de ruta incluye la reducción del ritmo de devaluación oficial, conocido como "crawling peg" que es un sistema gradual de tipo de cambio, a partir del verano, acompañado de medidas para profundizar la desinflación. "El cepo no es un obstáculo para crecer", manifestó Milei, argumentando que la estabilidad macroeconómica permite mantener un tipo de cambio controlado sin comprometer la competitividad. Ya de cara a las elecciones legislativas y con el foco en mantener la confianza del mercado, el Gobierno busca afianzar su modelo económico, apostando a que los ajustes graduales sean suficientes para sostener la recuperación económica sin sobresaltos en el frente cambiario. La unificación del dólar y una eventual flotación, claves para un futuro sin restricciones, quedarán como desafío para el próximo año.