Medio Oriente volvió a sumirse en el caos en la madrugada del domingo, tras una masiva ofensiva de Irán con misiles y drones sobre territorio israelí. El ataque, considerado uno de los más graves desde el inicio de la actual escalada regional, dejó al menos 13 muertos, incluidos dos menores de edad y más de 380 heridos, según informaron fuentes oficiales. Las zonas más afectadas se ubican en el centro y norte de Israel, con Tel Aviv como epicentro del impacto: varios edificios residenciales sufrieron severos daños, y los equipos de emergencia trabajan en la remoción de escombros y asistencia a las víctimas. En represalia, Israel lanzó ataques aéreos contra objetivos estratégicos en Teherán y sus alrededores, según confirmó el ejército israelí. Entre los blancos alcanzados se encuentran la sede del Ministerio de Defensa de Irán, instalaciones vinculadas al programa nuclear y depósitos de combustible. En un discurso televisado, el primer ministro Benjamin Netanyahu aseguró que la operación militar continuará “todo el tiempo que sea necesario” para neutralizar lo que calificó como una “amenaza existencial”. Las alarmas antiaéreas volvieron a sonar este lunes en varias regiones de Israel, ante la posibilidad de nuevos ataques. En paralelo, las autoridades israelíes advirtieron a la población civil iraní que evacúe zonas cercanas a instalaciones militares, anticipando una posible intensificación del conflicto en los próximos días. Por su parte, Irán acusó a Israel de intentar sabotear las negociaciones nucleares con Estados Unidos y confirmó la detención de dos presuntos agentes del Mosad, a quienes vincula con actos de espionaje y sabotaje interno. En este clima de creciente tensión, el expresidente de Estados Unidos, Donald Trump, realizó declaraciones que generaron fuerte repercusión a nivel internacional: “Estados Unidos podría involucrarse en este conflicto si la situación se agrava. Ya no se trata de un simple enfrentamiento entre dos países, sino de una amenaza que podría desestabilizar toda la región”, afirmó durante un mitin en Carolina del Norte. Las palabras de Trump reflejan la creciente preocupación en Washington, donde se intensifican las presiones políticas y diplomáticas ante la posibilidad de que la guerra escale y arrastre a potencias internacionales hacia un nuevo conflicto regional de gran magnitud. La situación permanece en máxima alerta tanto en Jerusalén como en Teherán, mientras las fuerzas armadas de ambos países se preparan para un eventual recrudecimiento de los enfrentamientos en las próximas horas.