"Fui yo, basta; mi familia no tiene nada que ver. Yo lo maté", le dijo Nahir Galarza a la policía el viernes 29 de diciembre, doce horas después de que encontraran a su exnovio asesinado de dos disparos. Tras un breve paso por el pabellón psiquiátrico del hospital de Gualeguaychú, la joven se encuentra detenida en un calabozo de la Comisaría de la Mujer y, en las últimas horas, hizo declaraciones por primera vez. "Sé que me quieren ver llorar y doblegada, pero no lo van a lograr". Mientras espera el avance de la causa, Nahir sigue estudiando. Prepara materias de la facultad y la acompañan también los libros de una numeróloga estadounidense, El lobo estepario de Hermann Hesse y La montaña mágica de Thomas Mann. Pese al encierro, está al tanto de las noticias y de lo que se dice sobre ella. "Por un lado tengo impotencia, pero por el otro lado soy yo quien sabe toda la verdad", dijo al sitio BigBang News. "Sentí la impotencia de escuchar tantas barbaridades y mentiras sobre lo que realmente pasó ese día", insistió la estudiante de abogacía de 19 años que hace poco más de una semana recibió otro revés de la Justicia. Rechazaron otorgarle el beneficio de la prisión domiciliaria pero ella celebró que, al menos, el juez desestimara el peligro del entorpecimiento argumentado por el fiscal y la querella. Tiene el pelo atado, un vestido beige y bordó y zapatillas del mismo color. Se la ve tranquila cuando sostiene que una vez que los peritos internacionales le den el visto bueno para declarar, recién entonces contará "toda su verdad". Según su propia confesión, la madrugada que mató a Fernando Pastorizzo volvió a su casa, dejó el arma reglamentaria de su papá sobre la heladera y se acostó a dormir. Doce horas después, se presentó en la comisaría y admitió el crimen, según ella, para evitar el "linchamiento social" de sus padres. "Sabía que si no lo hacía íbamos a quedar los tres detenidos y mi hermanito (que padece un retraso madurativo) se iba a quedar solo, huérfano", afirmó.