Más de 36,8 millones de ciudadanos están habilitados para votar en las elecciones generales en España. El futuro del país está en el aire y depende de la decisión que tomen los indecisos así como de los que rompan con su abstencionismo, que alcanza cerca del 40%. Todas las miradas recaen en la posible entrada de un partido de ultraderecha en el parlamento por primera vez en décadas, lo que podría ser clave para destituir al actual gobierno socialista. Se espera que el actual mandatario, el socialista Pedro Sánchez, sea el más votado, aunque el PSOE que lidera parece lejos de conseguir la mayoría parlamentaria necesaria para formar gobierno en solitario. La fragmentación del paisaje político es el resultado de las medidas de austeridad que siguieron a la recesión económica, el desencanto con el bipartidismo tradicional y el reciente auge del populismo de ultraderecha. Sánchez convocó las elecciones tras ver rechazado su presupuesto en el Congreso de los Diputados ante la oposición conservadora de centroderecha y los separatistas catalanes que reclaman la independencia de la región nororiental. Los sondeos de la semana pasada indicaban que en torno a un tercio de los casi 37 millones de votantes no había decidido a quién apoyar. Su decisión, y las previsiones de una alta participación, podrían decidir el resultado entre los bloques de izquierda y derecha que cobraron forma durante la campaña electoral. El grupo antiausteridad Unidas Podemos ofreció formar una coalición con los socialistas, pero Sánchez podría necesitar también a partidos más pequeños, como los independentistas catalanes. En el fragmentado bando conservador, tres partidos luchaban por el liderazgo: el antes dominante Partido Popular, el grupo de centroderecha Ciudadanos y el joven partido nacional-populista Vox, que según los sondeos podría entrar en el Congreso con la décima parte de los escaños. Su entrada podría marcar un gran cambio en España, donde la ultraderecha no ha jugado un papel significativo desde la transición del país a la democracia tras la muerte del dictador Francisco Franco en 1975. Poco después de votar, Sánchez dijo que quería conseguir una mayoría parlamentaria que pudiera hacer reformas sociales y políticas en el país. El mandatario pidió una mayoría que permitiera formar "un gobierno estable que con serenidad, con sosiego y con determinación mire al futuro y logre avanzar los necesarios avances que nuestro país necesita en justicia social, en concordia nacional y en limpieza política". El líder de Ciudadanos, Albert Rivera, que centró su campaña en destituir a Sánchez, dijo a la prensa en una localidad cerca de Barcelona, donde fue a votar, que hacía falta una gran participación para cambiar el gobierno y "abrir una nueva era". También el líder de Unidas Podemos, Pablo Iglesias, hizo hincapié en la importancia de votar. "Mi sensación es que en España hay una amplia mayoría progresista y cuando hay participación alta eso queda claro de forma muy clara", dijo el dirigente en una escuela pública del suburbio residencial donde vive, cerca de Madrid. Están en disputa los 208 escaños del Senado, la cámara alta, y los 350 parlamentarios del Congreso de los Diputados, que después elegirán a un presidente. Por primera vez desde que España hizo la transición a la democracia en la década de 1970, más de 100.000 personas con minusvalías psíquicas podían votar en las elecciones generales. FUENTE: TN