Un alumno de 13 años sufre discriminación en su escuela: no respetan su identidad de género autopercibida. Hay profesoras que se resisten a llamarlo Tomás y optan por el nombre femenino. Esto sucede en el Instituto Ricardo Güiraldes de Banfield. Según un artículo publicado por  Miriam Lewin en TN.com, Tomás, a quien llamaron Lourdes al nacer, es tan bueno jugando a la pelota que se probó para la selección sub 17. Pasó por Boca, Independiente y Racing. Lewin escribió: “En febrero, Tomás le dijo a su mamá que le gustaba una compañera. Ni bien empezaron las clases, habló con sus pares en el colegio y con algunos docentes. Recién en julio pudo contárselo a su hermana primero y después a su madre. Probablemente, el regalo de un libro sobre diversidad y los ideales feministas a la primera de ellas a le haya facilitado abrirse”. Cuando Tomás se acercó para hablar con su mamá  ya se había informado por Internet sobre hormonización y cirugías. Sabía perfectamente lo que quería. La reacción de su mamá al escucharlo fue positiva, pero no de aceptación inmediata. "Haber perdido el embarazo de una nena hace años hizo que ella pensara que la vida le había devuelto esa hija mujer, y ahora tenía que hacer el duelo", dijo. Su papá, un policía retirado, tardó más en aceptar que tenía un hijo varón y no una nena. En el colegio, los compañeros y compañeras aceptaron el cambio con naturalidad. El problema fueron los adultos: autoridades y profesores se niegan a llamar a Tomás por su nombre autopercibido. Le siguen diciendo “ella” o “Lourdes”. Dicen que hasta que el cambio registral no esté inscrito en su DNI, seguirán llamándolo con lo que Tomi denomina su "nombre muerto".