“Se armó lo que se pudo y sobre la marcha, no podíamos llegar al lunes sin gobierno”, dice con sinceridad una alta fuente oficial luego del anuncio del presidente Alberto Fernández sobre los cambios en el gabinete que estuvo a punto de detonar la unidad del Frente de Todos. Nadie sabe si el equipo que sale a la cancha garantiza gobernabilidad y muchos sospechan que es de transición hasta las elecciones generales de noviembre.  “La idea era armar un nuevo equipo ministerial de consenso, pero salió un rejuntado para evitar que se instale que Cristina le ganó a Alberto”, comenta un intendente peronista del Gran Buenos Aires. La sensación de improvisación y el saldo de la fractura expuesta públicamente entre el presiente y su vice dejó anoche de muy mal humor al establishment del peronismo. “La verdad es que son dos irresponsables, después de la tremenda derrota del domingo hacen todo este quilombo para que se quede De Pedro y Cafiero en otro cargo, al final todo era para buscar un escenario que parezca un empate, pero en noviembre nos vamos a comer otra piña peor que la del domingo”, sintetizó con crudeza un integrante del Consejo Directivo de la CGT. La sensación que se percibe en el peronismo y mucho más en el círculo rojo es que la movida fue muy improvisada y huele a transición hasta las legislativas. ¿Alguien puede creer seriamente que este gabinete puede absorber la derrota y llegar a fin de año?, es la pregunta que más se escucha. Muchos creen que el verdadero equipo ministerial no cierra sin Sergio Massa como protagonista para apuntar al 23 y que, tarde o temprano, Martin Guzmán se va a ir del Palacio de Hacienda. Lo único que entusiasma al peronismo es la llegada de Juan Manzur, Julián Domínguez y Aníbal Fernández. “Son tres profesionales de la política que tienen más entidad que sus antecesores”, aseguran. La gran apuesta es el gobernador de Tucumán, un pragmático que deja en la provincia a su rival interno, el vicegobernador Osvaldo Jaldo, y que además tiene una larga experiencia en la rosca política. Quizás era un perfil ideal para el Ministerio del Interior. Pero Cristina exigió que se quede Wado. Manzur está en las antípodas de la vicepresidenta y La Campora. Por eso apostó, desde 2019, a Alberto pensando que podía convertirse en un presidente con poder propio y embarcó a gran parte de la liga de gobernadores del PJ. Incluso entre las PASO y las presidenciales de ese año viajó a Wall Street y le dijo a varios fondos de inversión que Fernández se iba alinear con los Estados Unidos y aseguró que el kirchnerismo no iba a tener lugar en el gobierno que comenzaba. Alberto lo engañó o no cumplió lo que le dijo cuando lo fue a buscar recién ungido por Cristina como candidato a presidente.  Después de esa ingrata experiencia, ¿Manzur espera protagonizar un cambio radical en la actual administración? Cómo va a convivir con la política exterior del Instituto Patria que, seguramente, profundizará Cafiero en el Palacio San Martín. El tucumano no solo es pro Washington, sino que además tiene excelentes vínculos con el gobierno de Israel. Un contrasentido con la apuesta geopolítica de CFK con China y Rusia. Paradójicamente el regreso de Aníbal a Seguridad se percibe como un cambio profundo en relación a su antecesora. Por lo menos parecería que se va a llevar mejor con Sergio Berni y en la fuerzas fue recibido como una buena noticia. En su paso anterior por el cargo, se llevó bien con la Policía Federal, la Gendarmería y la Prefectura.  Evidentemente el nuevo gabinete es una “ensalada rusa” donde nadie sabe cómo se va a gobernar. Hasta el próximo entrevero entre Alberto y Cristina. Ambos, cada vez más debilitados.