Hipertensión y embarazo son una de las combinaciones más temidas por los profesionales de la salud y, principalmente, por las propias pacientes y sus familiares. A la instrumentadora quirúrgica Valeria Noemí Robles se le declaró un cuadro hipertensivo cuando transcurría el quinto mes de embarazo de su tercer hijo, ese que habían buscado con su marido Carlos Diego Salinas, con ilusión pero también con algo de temor porque ella, ya con 39 años, había empezado a manifestar problemas de presión arterial.   Y a pesar de que muchas de esas complejas situaciones son controladas y llegan a buen puerto, el caso de Valeria transitó por los carriles de la supuesta "imprudencia e impericia" del médico que la acompañaba en su embarazo, Ricardo Daniel Ortiz (57 años), quien empezará a ser juzgado en los próximos días, en la Unidad Conclusiva de Causas, por el presunto homicidio culposo de Robles, ya que el 16 de agosto de 2018, luego de dar a luz por cesárea a un bebé con 7 meses en la Clínica Mayor, la mujer tuvo un agravamiento en su cuadro de presión arterial, sufrió un ACV hemorrágico y murió tres días después (el 19 de agosto) en la sala de cuidados intensivos del hospital Rawson. ¿Por qué sospechan que el médico fue responsable de esa muerte? Según Fiscalía, por no adoptar los cuidados que imponía la situación, pues estaba al tanto de que su paciente padecía hipertensión, porque más de una vez fue internada en la Clínica Mayor y dada de alta aún con niveles altos (su propio marido había comprado un tensiómetro para medirle la presión). Porque incluso un día antes de esa cesárea inicialmente prevista para el 20 de agosto de aquel año, había estado internada. Y, principalmente, porque debió haber previsto que luego del parto su paciente podría descompensarse y entrar en una crisis hipertensiva, como ocurrió, por lo que debia llevar la realización de ese parto a un lugar que contara con terapia intensiva, no sin ese servicio, como es el caso de la Clinica Mayor. Eso dijeron el médico forense que realizó la autopsia y también una licenciada que trabajaba en la clínica, una profesional que, incluso, aseguró que su informe de aquella nefasta jornada en la historia clínica faltaba, aunque tomó precauciones y le sacó fotos que luego agregó a la investigación, consta en el expediente. Aquél 16 de agosto, la mujer fue internada a las 7 de la mañana, sometida a cesárea sobre las 11, y a eso de las 14 horas volvió a tener un grave pico hipertensivo, pero recién a las 17 horas Ortiz pudo conseguir una cama de cuidados intensivos en el hospital Rawson. Para entonces, según Fiscalía, los daños ya estaban hechos y resultaron irreversibles. Ortiz nunca dio su versión de los hechos. Y se supone que en el inicio del juicio (será defendido por Federico Aguiar) usará ese derecho de abstenerse de declarar. La fiscal del caso será Claudia Salica, quien en su rol de acusadora estará acompañada por Rubén Lloveras y María Cristina Naveda. El juez Ricardo Moine deberá decidir si habrá o no condena.