El acuerdo firmado entre el Gobierno argentino y el Fondo Monetario Internacional (FMI) impone fuertes restricciones para una reducción significativa de la presión tributaria en los próximos años. A partir de 2026 y 2027, el programa establece metas fiscales muy ambiciosas de superávit, lo que condiciona la posibilidad de avanzar en una baja generalizada de impuestos. Esto no significa que no se puedan reducir algunos tributos, como propone el presidente Javier Milei (una de sus principales promesas de campaña), pero hacerlo dentro de una reforma impositiva implicaría necesariamente compensar con aumentos en otros gravámenes para no afectar las metas acordadas con el organismo. La economista Milagros Gismondi, de la sociedad de bolsa Cohen Argentina, considera que las metas son optimistas, aunque advierte que “más allá del acuerdo con el Fondo, para ir bajando la deuda debería haber incluso más superávit”. La economista Milagros Gismondi, de la sociedad de bolsa Cohen Argentina, consideró que “no es menor pensar en un 2,5%” de superávit primario para la Argentina, aunque advirtió que no se trata de una tarea sencilla, especialmente si se contempla que en algún momento debería haber una reducción de impuestos, una de las prioridades del actual Gobierno. “Más allá de que puedan mejorar la estructura tributaria, bajando impuestos distorsivos y subiendo otros, lo cierto es que resulta difícil imaginar una baja agresiva de impuestos en un contexto donde se exige un superávit primario cada vez mayor”, indicó Gismondi. Cabe aclarar que en junio de 2025, el Gobierno va a volver a restituir las retenciones a las exportaciones que había reducido el año pasado para poder estimular la liquidación de dólares.