Las tormentas que afectan al Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA) causaron la demora de al menos 56 vuelos en el Aeroparque Jorge Newbery. Las condiciones climáticas adversas, con alertas de actividad eléctrica, impactaron significativamente en la operatividad aérea, obligando a suspender tareas esenciales en las pistas por razones de seguridad. La situación se vuelve compleja debido a la naturaleza intermitente de las alertas, que se activan y desactivan continuamente, interrumpiendo las operaciones de forma recurrente. La principal causa de estas demoras está vinculada a las normativas internacionales de seguridad aérea, que prohíben la presencia de operarios en la rampa bajo estas condiciones. Cuando se emite una alerta roja por actividad eléctrica, el personal en pista debe retirarse de inmediato. Esto interrumpe actividades clave como la carga y descarga de equipaje y la asistencia de los señaleros para estacionar aeronaves. Sin estas tareas, los vuelos no pueden despegar ni los aviones aterrizados liberar pasajeros y carga, generando un efecto dominó y acumulación de retrasos. Las autoridades aeroportuarias señalaron que la intermitencia de las alertas complica aún más la situación. A diferencia de una alerta sostenida, que permite una planificación clara, las alertas breves y recurrentes impiden un flujo constante de trabajo. Esta “operación fragmentada” genera tiempos muertos que se acumulan y aumentan las demoras a lo largo del día. Aunque la mayoría de los vuelos sufrieron retrasos de entre 15 minutos y más de media hora, hasta el momento no se reportaron cancelaciones masivas. La situación sigue siendo monitoreada constantemente. En contraste, el Aeropuerto Internacional de Ezeiza pudo operar con normalidad, ya que las condiciones climáticas no lo afectaron con la misma intensidad. El Servicio Meteorológico Nacional (SMN) emitió un alerta amarilla por tormentas para el AMBA, con pronóstico de lluvias de variada intensidad, actividad eléctrica, ráfagas de viento y posible caída de granizo.