"No se vende". Simple y categórica respuesta sobre un fantasma que reposó en las últimas horas sobre uno de los míticos emblemas de la ciudad de Buenos Aires: el Estadio Luna Park. En el medio de movidas y operaciones inmobiliarias dignas de un juego de ajedrez, un grupo empresario europeo, del cual no trascendió el nombre, dejó al descubierto la versión sobre un interés de compra del estadio. Desde el 2013, el Luna, sinónimo inobjetable de la vida cultural y deportiva de la historia porteña quedó en manos de la Iglesia Católica, producto de una decisión de quien fuese en vida dueña mayoritaria de la sociedad propietaria del estadio. En el Arzobispado de Buenos Aires explicaron que "siempre hay interés por los terrenos del Estadio" y que la intención de compra es algo común. "Todo el tiempo se acercan propuestas y ofertas, solo que algunas trascienden y otras no. La venta del Luna no está en los planes", sostuvo una importante fuente eclesiástica. A todo este entuerto se le suma un detalle no menor, se pudo confirmar que el propio Santo Padre, al enterarse de las versiones, le ordenó a la conducción porteña "la prohibición de cualquier tipo de negociación". El no rotundo de Francisco tiene dos motivos. Uno social: cómo explica la Iglesia recibir millones de dólares de la especulación inmobiliaria y otro más delicado que es la relación que Francisco tenía con Ernestina de Lectoure (la ex propietaria). El ruido de venta del estadio por el que pasaron Frank Sinatra, The Doors o Deep Purple; el cantante Julio Iglesias y el tenor Luciano Pavarotti; donde llegó a la gloria el Potro Rodrigo o dejaron su marca las palizas de Monzón que enmudecieron al boxeo, movilizó a un grupo de vecinos a la creación de una cadena en Change.org bajo el lema "Salvemos al Luna". En apenas unos días ya lleva más de dos mil firmas. Fuente: Infobae.