El gobierno nacional ya hizo cuentas para saber en cuánto tiempo podrían vacunar a toda la población mayor de 18 años, debido a que las vacunas no están aprobadas para menores de esa edad. Consideran que antes de fin de año, incluso antes de llegar a diciembre, cerca de 24 millones de personas tendrían puesta una sola dosis en el país. Con la cantidad de dosis que llegarán a la Argentina mensualmente, el Gobierno espera vacunar con una sola dosis, antes del 21 de junio, día en que empieza el invierno, a las 14.492.299 que forman parte de los grupos de riesgos. De ahí en adelante quedarían por vacunar a los 10 millones de personas restantes. El plan de acción es ir completando la segunda dosis de los grupos de riesgo durante los meses del invierno y avanzar, en paralelo, con las primeras inoculaciones en el resto de la población. Aún no está definido si después de la población objetivo, como denominaron a los grupos más expuestos ante el virus, se vacunará a todos los trabajadores esenciales. Es decir, a las categorías que estuvieron habilitadas a trabajar desde que comenzó la pandemia. ¿Cómo es la distribución y los problemas que busca solucionar el gobierno?  El Gobierno empieza a dejar a atrás uno de los mayores problemas que tuvo durante el inicio del año en la lucha contra el COVID-19: la falta de vacunas. En la última semana llegaron a la Argentina 2.785.200 dosis, una cantidad impensada un mes atrás. Durante junio el operativo de vacunación tomará el mayor volumen desde que comenzó, en la navidad del 2020.   En la primera semana de mayo en Argentina se llegaron a vacunar a 236.764 personas en un solo día. Seis millones de dosis dividido en 28 días da un total de 214.000 dosis por día. En base a esos números en el Ministerio de Salud consideran que, exigiendo el sistema en todo el país, van a poder llegar a poner cerca de 300.000 dosis diarias, lo que implica más de 8.000.000 por mes. Las dificultades aparecen en la distribución de las dosis. Desde que desembarcan en Ezeiza hasta que son distribuidas a las provincias pasan 48 horas. Luego son al menos dos días más para que los gobiernos provinciales las repartan en las diferentes localidades. Ese tiempo genera un delay en la frecuencia de vacunación. Lo que el Gobierno debe lograr a partir de ahora es aceitar el envío de dosis para que la distribución nunca se corte. De esa forma cada ciudad o pueblo del interior puede tener en forma permanente un stock para ir vacunando. Cuando se efectivice esa cadena, el tiempo se vacunación se va a reducir y la cantidad de dosis aplicadas van a crecer.