Sabado 26.04.2025
Actualizado hace 10min.

Le dispararon, sobrevivió y desapareció antes de declarar

Por redes, el herido dijo que lo desligará, pero aún no lo hallan ni se presenta a declarar. Su amigo no habló y sigue preso.

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La madrugada del domingo 6 de abril fue de horror en una casa del barrio Güemes, en Rawson. Tiago Ortiz, de 25 años, recibió un balazo que entró por el costado izquierdo de su cuello y cruzó hasta impactar en su maxilar derecho, dejándole severas lesiones. Milagrosamente, sobrevivió. Fue clave la llegada de un remis con una mujer amiga de la dueña de casa, que justo arribó en el momento en que Ortiz se desangraba. El chofer, sin dudar, lo llevó de urgencia al hospital Rawson, donde fue operado y quedó en terapia intensiva con pronóstico reservado.

Pero el drama no terminó ahí. Al pasar a terapia intermedia, los investigadores fueron a entrevistarlo para esclarecer el hecho, ya que su amigo, Lucas Carbajal, había sido detenido e imputado por intento de homicidio. Según las pericias, Ortiz fue baleado en la habitación de Carbajal, aunque este aseguró que lo encontró herido en la calle. Esa contradicción, sumada a rastros de sangre en la habitación y la desaparición del arma –ocultada por un hermano y luego entregada por la madre de Carbajal, quien aseguró que el arma era de Ortiz–, complicaron aún más el caso.

Cuando Carbajal fue citado ante el juez para conocer los cargos y enfrentar el pedido de prisión preventiva, optó por el silencio. Y fue detenido.

Por su parte, Ortiz aún no ha declarado. La primera vez que intentaron entrevistarlo en el hospital no estaba en condiciones. Tras una cirugía programada para el 14 de abril, se esperaba su testimonio, pero al día siguiente desapareció del hospital. Desde entonces, está prófugo. Su madre informó recientemente que lo presentará la próxima semana, después de una nueva intervención médica.

Mientras tanto, la incertidumbre sigue. En redes sociales, Ortiz aseguró que deslindará de responsabilidad a Carbajal. Sin embargo, para los investigadores no resulta creíble que el acusado no haya dicho desde el inicio que fue un accidente o una autolesión, ni que la víctima no se haya apresurado en aclarar la situación si su amigo es inocente.

Una pericia clave, la prueba de absorción atómica, podría arrojar luz sobre quién disparó el arma. Ese resultado será determinante.

Hasta entonces, el silencio de ambos protagonistas sigue pesando más que la verdad.

 

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