Domingo 06.07.2025
Actualizado hace 10min.

Tensión política: luces de alarma en el oficialismo y división opositora en vísperas electorales

El programa fiscal de Javier Milei enfrenta tensiones internas debido a los proyectos que se discuten en el Congreso y el creciente malestar de varios gobernadores. La interna del llamado "triángulo de hierro" (la alianza entre el Gobierno, la oposición y ciertos sectores clave) se encuentra recalentada, mientras el Partido Justicialista se muestra dividido.

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La política argentina aún arrastra las consecuencias de la sacudida que se produjo en 2023. Javier Milei supo capitalizar la demanda de una sociedad agotada por un sistema que fracasó durante la gestión del Frente de Todos y que no logró encontrar respuestas en la ex coalición de Juntos por el Cambio, que llevó a Mauricio Macri a la Presidencia en 2015.

El presidente libertario llegó al poder con un mandato claro: un cheque en blanco para atender las urgencias que la política tradicional no supo resolver, con especial foco en la inflación, un problema crónico que pulverizó los salarios. El último gobierno kirchnerista intentó maquillar esa realidad mediante una fuerte emisión monetaria que impulsó el consumo, pero que llevó a las cuentas públicas al borde del colapso.

Milei basó su primer año y medio de gestión en un logro clave: el ordenamiento de la macroeconomía y un programa de estabilización que logró domar la inflación, presentándose como su principal plataforma de gobierno. Este avance se consiguió a costa de un severo ajuste del déficit fiscal, acompañado por una política de orden público estricta y una agresiva campaña comunicacional constante. En los últimos meses, esta estrategia se intensificó con difamaciones hacia dirigentes opositores y denuncias contra periodistas, que el propio presidente impulsó mediante llamados a sus colaboradores hasta altas horas de la noche.

Este modelo, efectivo y suficiente para transitar el primer tramo del mandato, se desarrolló en un contexto de escenarios políticos fragmentados, un fenómeno que también se observa en la región y en el mundo.

Dentro del equipo económico reina un optimismo marcado, que relativiza las cifras del déficit en la balanza comercial, impulsado principalmente por la demanda de dólares para la importación de bienes de capital y el drenaje generado por el turismo. Sin embargo, el atraso del tipo de cambio y el deterioro acelerado del rojo en la cuenta corriente generan preocupación entre los especialistas.

“Se enamoraron de un tipo de cambio muy bajo, y todavía no sabemos de dónde van a salir los dólares para que esto funcione. Pero calma: la mayoría de los programas de estabilización fracasan entre el mes 25 y el 32, todavía hay tiempo, falta un montón”, señaló un economista asesor de inversores.

El viernes pasado, las pizarras financieras marcaron un dólar récord desde la salida parcial del cepo, implementada a mediados de abril.

“La rebelión de los gobernadores puede darle un giro inesperado al programa fiscal del Gobierno. Si eso ocurre, es motivo de preocupación real. Si además se aprueban cambios en las jubilaciones, el riesgo país se dispararía y ahí sí, se quemarían los papeles”, advirtió un diputado aliado, economista de profesión.

La amenaza parlamentaria de los jefes provinciales, que se unieron de manera inédita en el Consejo Federal de Inversiones (CFI), tiene una doble explicación. No se trata solo del desaire político que sienten desde la llegada de Milei a la Casa Rosada (que hasta ahora toleraron debido al peso del sello oficial y la popularidad presidencial en gran parte del país), sino también del fuerte agobio fiscal y la paralización de la obra pública que afecta a todas las provincias. Este asfixiante escenario se refleja con aún mayor claridad en las cuentas municipales.

Un escenario similar se vive en el peronismo, que quedó marcado por la condena a Cristina Kirchner. La expresidenta se refugió en el Partido Justicialista como paraguas para prolongar su liderazgo y enfrentar lo que ya anticipaba como una avanzada segura de la Justicia.

“Cristina al frente del PJ es como poner a un cura que no cree en Dios en la Iglesia”, ironizó Hugo Moyano en uno de los últimos encuentros de la CGT, en medio de una fuerte disputa con su hijo Pablo, quien salió del ostracismo para visitar a la expresidenta en su departamento de la calle San José, antes de que se confirmara su prisión domiciliaria.